El pasado 14 de febrero se cumplieron 33 años del estreno de una de las películas más emblemáticas del fallecido director estadounidense John Hughes, quién no solo definió el concepto de las teen comedies (comedias adolescentes), sino que realizó una cómica y profunda crítica del cómo la generación X estaba siendo educada y cuáles eran sus sueños, frustraciones y problemáticas.

Cuando creces, tu corazón muere” dice uno de los cinco chicos que, por razones que vamos conociendo como avanza esta memorable cinta, descubrimos que pagan sus castigos en la biblioteca de su escuela preparatoria por situaciones ligadas a sus personalidades.

En “El Club de los Cinco” (Breakfast Club), Hughes toma los estereotipos clásicos de la vida escolar y los encierra en una biblioteca para convivir y sobrevivir a una tarde de tedio que los obligará a entenderse entre ellos, a llegar a un punto de confianza mutua que les quitará cualquier prejuicio para entenderse no solo como personas, sino como generación.

Por un lado está el atleta (Emilio Estévez), quién paga su castigo por seguir el juego de su grupo de deportistas a una broma y ser aceptado por su círculo social; le acompaña también la ‘niña bien’ (Molly Ringwald, joven musa del director) como esta insegura chica que se escuda en las apariencias; también está el típico nerd (Anthony Michael Hall), moralmente correcto, incomprendido pero también contenido y tímido.

Pero son sin duda quienes más se exploran, la chica ‘freak’ (Ally Sheedy) que vive en su propio mundo, alienándose de cualquier contacto social; y el icónico personaje interpretado por Judd Nelson, como este bully de la escuela que solo esconde inseguridades y traumas familiares.

El guion, escrito también por Hughes, parece de inicio obvio, parece que nos va a llevar por una aventura colegial de cinco jóvenes tratado de escapar a toda costa de su engañoso director (Paul Gleeson) para vencer al tedio, y de paso, escapar del encierro.

Pero como avanza la historia, esta se va tornando en un fuerte discurso, cargado de diálogos reveladores, cómicos en muchas ocasiones, para después tornarse en momentos que te golpean en la cara como se va descubriendo el trasfondo de cada uno de estos estudiantes.

Hughes utiliza el diálogo como el medio más directo, las acciones de cada personaje dentro de esta biblioteca, aunque ayudan a la narrativa, quedan en segundo plano como se nos va revelando no solo como la generación que los ha educado ha influido en ellos, sino en cómo cada uno de ellos ve su futuro.

Esta obra de Hughes ha sido gran referente para este tipo de cine en películas actuales, ejemplos como la cinta escrita por la comediante Tina Fey ,“Chicas Pesadas” (Mean Girls), en la cual retoma este concepto de la “selva escolar” pero adaptada a nuevas generaciones.

Y vaya, el más reciente reboot cinematográfico de la afamada serie de los noventa Power Rangers, la cual se basa en esta premisa de la película de Hughes para revivir la franquicia, incluyendo una escena donde los nuevos Rangers se reúnen alrededor de una fogata para contar sus vidas, preocupaciones y frustraciones.

Así como estos dos ejemplos, hay otros más dentro del cine actual y las comedias adolescentes, aunque claro no logran siempre dar en el clavo de la premisa, estas características convierte a este clásico del cine de Hollywood en un referente cinematográfico, incluyendo la canción interpretada por la banda Simple Minds “Don’t You Forget About Me”.

Si has visto este clásico, sabrás el golpe emocional al que te lleva, pero sino lo has hecho solo puedo decir que “terminas viéndolos (a los personajes) como tú quieres verlos, en los términos más simples, en las más convenientes definiciones. Pero lo que ellos descubrirán es que cada uno de ellos son: un cerebrito, un atleta, una lunática, una princesa y un criminal”.

La película la puedes ver en Netflix

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