Cómo ocurre en cada proceso electoral, Gerardo Sosa, apareció en la escena política local. Este obscuro personaje cuenta con una presencia notable en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH); en donde fue dirigente de la Federación de Estudiantes, Secretario General, Rector y Presidente de su Patronato.

Después de cubrir esas plazas (y al no tener más cargos que ocupar) simplemente pasó a ser el dueño de la UAEH. Desde hace años, con cinismo y descaro, se ha hecho de todos los recursos (materiales, económicos y humanos) de la Máxima Casa de estudios para tener presencia en la política estatal.

No obstante, la influencia del grupo universidad (que comanda) se encuentra mermada. Porque otro grupo político se hizo de todo el poder en el estado de Hidalgo. Aquel grupo compacto se posicionó además a nivel nacional, llegando a ocupar dos carteras muy valiosas; la Secretaría de Gobernación en manos de Miguel Ángel Osorio Chong, e incluso de la Procuraduría de la República bajo el mando de Jesús Murillo Karam. Estos dos hidalguenses, ocuparon lugares estratégicos donde ampliaron sus miras e influencia política.

Lo anterior, dejó al grupo universidad con una estaca en el pecho. Sin grandes aliados, ensimismado en su coto de poder (léase UAEH), Gerardo Sosa, también movió sus piezas. Lo hizo primero en su pretensión de formar un partido político local. Fracasó en aquel intento. Pero el oriundo de Acaxochitlán no se rinde fácilmente. Al no conseguir su objetivo, compró una franquicia naranja con fachada de partido político (Movimiento Ciudadano). En aquel partido marginal se hizo de la todo el poder. Pero antes de ello, ya había mandado de avanzada a su hermano para cooptar al PAN con relativo éxito. La pretensión final era tener presencia en varios institutos políticos de oposición para hacer un frente político que le permitiera, a la postre, hacerse de una candidatura al gobierno del estado.

La jugada política no le sabía del todo bien. Al frente de ese intento de coalición opositora se encontró con otros arribistas (José Guadarrama, Francisco Xavier Berganza y Daniel Ludlow) quienes bajo el postulado de sus propias ambiciones desecharon la iniciativa de un bloque opositor en el estado de Hidalgo. Todo lo anterior, aunque parezca increíble lo realizó siendo miembro del PRI, quien lo hizo presidente de su Comité Directivo Estatal y precandidato a la gubernatura.

Pues este personaje bizarro de la política hidalguense anunció hace unos días su renuncia al PRI. Tal acontecimiento podría pasar desapercibido por la lejanía que tenía Sosa respecto a su viejo partido político. En este momento sus tentáculos dentro de las filas oficiales están prácticamente nulificados. Pero lo que llamó la atención es que ese movimiento (renuncia) viniera acompañado de un posible acuerdo para que algún partido político lo postulara para ocupar un cargo de elección.

Escurridizo y evasivo, en una conferencia de prensa que organizó el día de ayer en la capital hidalguense, Sosa no dejó entrever sus verdaderas intenciones al renunciar en este momento al PRI. Aunque sostuvo que no aspira a un cargo de elección las formas dicen mucho. La pregunta lógica es ¿Por qué una renuncia oficial al PRI en este momento? ¿Qué tipo de planes tiene Sosa que le impiden ser militante del PRI? ¿Qué partido político será el responsable de postular a Sosa como candidato? La moneda está en el aire.

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