“No tirar basura”, “No construir, golpear ni perforar”, “No estacionarse”, “No ejercer el comercio en la vía pública”, “No vender cigarros sueltos”, “No a la evasión fiscal”, “Velocidad Máxima: 60 Km.”, “No Contaminar”, son leyendas que se observan por doquier, que pocos atienden y que simplemente han pasado a ser parte del paisaje urbano.

Prohibiciones que obedecen a leyes y reglamentos que frecuentemente son violados, ya sea por contraponerse con las necesidades o costumbres de la población, o porque difícilmente son objeto de sanciones, pero que lamentablemente denotan su importancia cuando las repercusiones de no atenderlas se sufren: inundaciones o encharcamientos, accidentes viales, electrocuciones, explosiones, intoxicaciones, etcétera.

 

Prohibido estacionarse

Miden dos metros de altura, en círculos de lámina de 50 centímetros de diámetro, en llamativos colores, pero pareciera que pasan desapercibidos. Los señalamientos de “Prohibido Estacionarse” parecen formar parte del equipamiento urbano, en especial en sitios en donde la falta de espacios adecuados lleva a las autoridades a “tolerar” la infracción. Máximo ejemplo de ello se tiene en el Camino Real de la Plata, en Zona Plateada, a donde se han mudado numerosas dependencias y la burocracia de segundo y tercer nivel se estaciona incluso sobre áreas verdes y banquetas. “Aquí si te llevas bien con los vigilantes de las oficinas de gobierno no hay bronca, pero si discutes con ellos, aparece la patrulla y te quita la placa”, comenta Javier “N”, empleado federal.

 

No cruzar sobre el asfalto

Por su avanzada edad, mal estado de salud o incapacidades físicas, son muchos los que no están en condiciones usan los puentes peatonales, ya sea con escalones o empinadas rampas, y siguen muriendo personas atropelladas al intentar cruzar sobre el asfalto.

La falta de cruceros peatonales señalizados y respaldados por desaceleradores y semáforos, incluso en glorietas y bajo distribuidores viales, dificulta la movilidad de ancianos, discapacitados, mujeres embarazadas y niños de corta edad.

Desde que pusieron los puentes del Tuzobus yo ya no salgo, sólo que me lleven mis hijos en su carro”, asegura Elena Ramírez, de 78 años de edad, vecina de la colonia Juan C. Doria.

 

“No tirar basura”

La leyenda es grande, llamativa: “No tirar basura en este sitio. Quien lo haga será consignado a las autoridades y pagará una multa de mil 168 pesos”, se observa en un muro de la avenida Universidad.

Leyendas de este tipo se repiten por toda la ciudad, acompañadas, por lo general, de elevados montones de basura.

“Salgo muy temprano de la casa”, “no escucho al camión recolector pasar”, “es gente extraña la que llega y deja la basura”, con los comentarios que más se escuchan en relación a esta práctica, que lo mismo se da en barrios pobres, en  colonias y fraccionamientos populares, que en zonas residenciales.

Pero luego nos lamentamos por los encharcamientos y baches  que se producen por las rejillas tupidas con basura”, hace notar José Luis Jiménez, vecino de la colonia Valle de San Javier.

 

“Velocidad limite…”

Los señalamientos se multiplican en vialidades como los bulevares Colosio, Felipe Ángeles, Ramón G. Bonfil, Nuevo Hidalgo, y en las modernas vialidades Río de las Avenidas, Bicentenario o Camino a Téllez, en donde la velocidad máxima permitida es de 80 kilómetros por hora, pero circulan por ellas frecuentemente autos zigzaguantes a elevada velocidad.

El patrullaje en las mismas permite atender de manera expedita a los accidentados.

 

Tierras de Uso Agrícola, exclusivamente

Como simple recuerdo de tiempos pasados permanecen los señalamientos metálicos a lo largo de la carretera México-Pachuca, en el Valle de Tizayuca, que advierten que esas tierras están limitadas al uso agrícola… y en los últimos años, a construir restaurantes, gasolineras, expendios de pastes, de nieves y hasta una plaza comercial.

 

Prohibido ejercer el comercio

Las letras son enormes, propias para débiles viduales, pero pasan desapercibidas en sitios como el atrio de la iglesia La Asunción, las calles de Patoni y Riva Palacio, por citar algunas. A un costado del mercado Barreteros, en la calle El Carmelito, aparece la placa metálica que cita al decreto que prohíbe el ejercicio del ambulantaje en las calles del Centro Histórico de Pachuca, semioculta por el manteado de los puestos que en ese callejón se instalan.

 

La evasión fiscal

“Toda utilidad conlleva el pago de un impuesto”. Esta norma fiscal es de las más pasadas por alto, y la economía informal alcanza ya un 68% a nivel nacional, y 72% en Hidalgo, de acuerdo a cifras del Inegi. “Si todos pagáramos impuestos, si el padrón de contribuyentes fuera el real, podríamos hasta bajar las tasas y pagar menos, pero todos”, señala la contadora Yolanda Ferrera Martínez, quien hace eco de un reiterado reclamo de las organizaciones empresariales.

 

No contaminar

¿Neblina? ¿polvaredas? ¡No! Es smog, alertan las autoridades ambientales. Pachuca se ubica ya entre las ciudades con problemas de contaminación del aire, aliviada, eso sí, por los fuertes vientos que le caracterizan. Transitar por las calles permite observar que en el 90% de los casos los vehículos que más contaminan son los pesados camiones materialistas que sin placas de circulación pero con grandes letreros de CTM o CNOP, parecen presumir de “intocables”, pese a dejar a su paso estelas de gases densos y oscuros.

 

“No construir, golpear y perforar”.

Quienes caminan por la calle “Gasoducto”, en la colonia Guadalupe, parecen no notar el peligro que representa la construcción de casas, calles y aceras sobre el gruesísimo ducto de Pemex que cruza por el lugar, en donde las barras amarillas de concreto, que alertan del peligro, quedaron dentro de algunos patios, pese al riesgo latente de un estallido. Burlar estos señalamientos es práctica cotidiana no solo en ese lugar, sino por todos los sitios por los que estos ductos cruzan.

 

No vender cigarros sueltos

A veces con discreción, muchas veces con descaro, pero la venta de cigarros sueltos, prohibida por las autoridades sanitarias, es práctica cotidiana en las “tiendas de esquina”. Una práctica muy redituable,  pues se venden los cigarros en cinco pesos la pieza, cuando su precio por cajetilla, de la marca Pall Mall –la de mayor consumo y que desbancó a los Marlboro-, cuesta 44 pesos. “Vender por cajetilla apenas me deja tres pesos el paquete, si los vendo sueltos les gano más”, aceptan los tenderos.

 

Estos son sólo algunos ejemplos. ¿Tú cuántos más conoces?

 

Violar las leyes y reglamentos es más que cotidiano; es interpretado por muchos como muestra de ingenio, de fuerza, de poder, de privilegios. Es un desafío al sector gubernamental que privilegia a sus mandos altos, a los administrativos, por encima de sus cuerpos de inspectores encargados de hacer valer su autoridad”, comenta al respecto el abogado Jesús Escamilla Martínez.