La lectura de libros, dan luz a libros”, es la opinión Gonzalo Zaldumbide de cargo diplomático y ocupación escritor de origen salvadoreño, frase corta, pero muy sustantiva por su dosis de veracidad. Varios dedicados a difundir la palabra escrita han confesado la causa de su afición por la lectura, “leer un libro, invita a leer otro y otro”.  Por ende, nace el apego a la escritura, este es la opinión del escritor oaxaqueño Andrés Henestrosa: “de leer libros me nació la idea de escribirlos”.

El amor a la lectura se adquiere por imitación de padres a hijos, de maestros a alumnos, de amistades a amigos, en casos extremos, nace para evadir realidades vividas o de momentos hirientes como lo es la soledad, o por reclusión al padecer enfermedades contagiosas.  El prototipo de estas situaciones es Sergio Pitol Deméneghi, quien al ver que su abuela que, vivía leyendo a los clásicos de diferentes nacionalidades y al estar contagiado de paludismo, es aislado para no difundir el mal y no le quedó más que leer.

La lectura de un libro es entendida de modo diferente, lo cual es lógico, porque cada quien tiene su especial estructura de pensamiento, por eso, la lectura de una obra literaria es entendida en forma diferente. El escritor mexicano acaecido el pasado 11 de abril nos comparte su sentir:

Nadie lee de la misma manera. Me abochorna enunciar semejante trivialidad, pero no desisto: la diversa formación cultural, la especialización, las tradiciones, las modas académicas, el temperamento personal, sobre todo, pueden decidir que un libro produzca impresiones distintas en lectores diferentes”.

El libro difunde pensamientos, ensoñaciones, inventos tecnológicos, descubrimientos científicos y modos de vida de otras latitudes y describe otras culturas:

El libro realiza una multitud de tareas, algunas soberbias, otras deplorables; distribuye conocimientos y miserias, ilumina y engaña, libera y manipula, enaltece y rebaja, crea o cancela opciones de vida. Sin él, evidentemente, ninguna cultura sería posible. Desaparecería la historia y nuestro futuro se cubriría de nubarrones siniestros. Quienes odian los libros también odian la vida”.

Aunado a su desempeño en la diplomacia como agregado cultural y como embajador de México en varios países durante tres décadas le permitió escribir desde el extranjero y en México, su amplia obra incluye ochos libros refieren a cuentos, cinco novelas, siete ensayos, siete memorias, colaboraciones contenidas en antologías, selecciones y recopilaciones.

En su estancia en Barcelona, Budapest, Moscú, Paris, Pekín; Praga; Varsovia, y a su regreso a Veracruz, en el Distrito Federal le permitió conocer características de sus culturas y aplicar la propia de su nacionalidad aprende otros idiomas. La aptitud de hablar y escribir en otros idiomas le permitió realizar traducción al idioma español. Además, tuvo el acierto de dedicarse a la emocionante labor de traducir obras literarias escrita en otros idiomas y traducirlas al español, un título de chino, dieciséis títulos del inglés, cuatro del italiano, dos del húngaro, diez del polaco y cuatro del ruso y uno en árabe.

La lindeza de su prosa fue valorada por instituciones, comisionado a cultivar la cultura, y la academia le otorgó los siguientes galardones: Premio de la revista Aventura y Misterio 1957, Premio Rodolfo Goes INBA 1973, Premio La palabra y el hombre 1980, Premio Javier Villaurrutia 1981, Premio Bellas Artes de Narrativa Colima 1982, Premio Nacional de Literatura 1983, Premio Herralde de novela 1984, Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura 1993, Premio Mazatlán 1996-1997, (dos años consecutivos).

Se prolongan las compensaciones por su fértil productividad en la literatura con:  Premio Juan Rulfo 1999, Premio de Literatura Latino americana y del Caribe, 1999. Premio Internacionale Bellunesi che Hanno onorato la Provincia in Italia en el Mondo (Venecia) 2000, Premio Nacional Francisco Xavier Clavijero 2002- 2003. Premio Miguel de Cervantes 2005, Premio Roger Caillos 2006, y Premio Internacional Alfonso Reyes 2015. Además, la Universidad Autónoma Metropolitana le otorga la Distinción Honoris Causa en 1998.

Cada una de sus obras deja huella en el lector, los vestigios no se notan a la primera lectura, no se distingue la riqueza de su contenido, pero, sí el lector quiere conocer la profundidad de la obra, puede leer por segunda o tercera ocasión siempre se encuentran la riqueza de sus contenidos, en mi caso, al leer el libro El tercer personaje, obra que aglutina 26 ensayos; el primer ensayo hace referencia los roles, el primero en El Quijote, el segundo Sancho Panza, el tercer personaje es Cervantes.

Para alimentar mis conocimientos referentes la obra emblemática del idioma español a Don Quijote de la Mancha. Sergio Pitol escribe:

En la primera parte de la novela sus andanzas terminan en desastre¸ se extravían a cada momento; cada aventura el cuerpo de Don Quijote yace d escalabrado, apaleado, pateado, con huesos y dientes rotos, o sumido en charcos de sangre. Esos acontecimientos hacían reír a sus contemporáneos, quienes leían el libro para divertirse. Lo cómico allí es lo aparente, la presencia de la locura. Pero en el subsuelo del lenguaje se esconde el espejo de una época inclemente, un anhelo de libertad, de justicia, de saber, de armonía”.

Esto y más, reclamó el caballero de la triste figura, Don Quijote de la Mancha.