¿Te han dicho que salgas de tu zona de confort? Angela expresaba su infelicidad dentro de una relación de más de diez años, se lamentaba por el sufrimiento que experimentaba ante los celos patológicos de su pareja, sin embargo, tenía miedo de lo que pasaría si terminaba con él y por fin se quedara sola…

Roberto iba cada día a trabajar sintiendo frustración por no dedicarse a una actividad que le aportará mayores beneficios emocionales, pero no se atrevía a emprender un negocio o a involucrarse en un pasatiempo en sus ratos libres, temía perder lo que tenía, aunque esto le desagradara tanto.

En Psicología le llamamos zona de confort a un lugar, una relación, trabajo, actividad o falta de esta en la que nos encontramos cómodamente insatisfechos y en donde el crecimiento personal se estanca o entra en pausa; es decir, la sufrimos sin hacer nada para salir de esta, ya sea porque desconocemos los recursos que tenemos para desempeñarnos y sobresalir fuera de ahí o porque el miedo a lo desconocido, al que pasará y al cambio nos lo impiden.

Y uno puede permanecer en ella indefinidamente, es como ver el mundo a través de una ventana, mirar como el sol brilla, como otras personas sonríen con sus triunfos o relaciones mientras detrás de la ventana sufrimos deseando esa felicidad, ese éxito o esa vida envueltos en las cobijas de la comodidad sintiendo tristeza, miedo o enojo.

Nadie nos asegura que al salir de la zona de confort la vida automáticamente será mejor, aunque algunas veces si, pero, por lo general lleva tiempo cambiar y más todavía, triunfar, y a pesar de ello, es un hecho que solo con salir de esta ya habremos avanzado un buen trecho.

Se necesita valor para salir de la zona de confort y tomar las riendas de lo que deseamos obtener o construir, se requiere coraje para decirle adiós a una situación que no es la que más nos conviene pero que hasta ahora nos da cierto confort, un confort a medias, frágil y temporal, porque cada vez que hay una crisis la zona de confort se llena de tormentas.

Y hay quien llora todos los días, los que se acurrucan en la mecedora de la culpa, que no salen de ahí y se regodean entre los sinsabores de su vida, de su historia o de su propia amargura.

Hay también los que ya han puesto un pie fuera de la zona de confort pero ante la primera sacudida de algo que no es exitoso regresan corriendo a esta y quienes viven regalándole la llave a alguien más para que se encargue de que no tengan oportunidad alguna de insistir en salir.

Personas con todos los recursos: intelectuales, emocionales y a veces hasta económicos optan por permanecer ahí antes que atreverse a vencerse a sí mismos al enfrentarse con las creencias limitantes que los mantienen dentro de la obscura pero a veces cálida zona de confort.

Y no, no se es una mala persona y mucho menos un fracaso por permanecer en esta zona, lo que sucede es que no se ha probado a sí mismo el tiempo suficiente para comprobar que lo que se advierte por la ventana es a penas una mínima prueba de lo que la vida puede ofrecernos cuando estamos fuera de ahí.

Obviamente, como ya decía, solo al estar fuera de la zona de confort comprobaremos cuánto es que podemos crear, crecer y concretar.

Hay que buscar esa idea que nos tiene instalados en ella y generar una más funcional, para salir y para mantenerse lejos.

Angela podría comprobar que si eliminará la idea de que quedarse sola no la pone en riesgo ni va a terminar con ella,  iniciaría una nueva vida o podría ir a terapia con su pareja en lugar de tolerar y padecer los celos de este.

Para ello, necesita liberarse de las creencias que no le permiten tomar otras decisiones y actuar en favor de si misma o incluso de su relación.

Roberto podría modificar su autoimagen e iniciar una actividad que le agradará mucho más en sus tiempos libres.

No se necesita forzosamente romper con una relación o terminar de tajo una situación (en algunas ocasiones si), lo que es indispensable es ampliar la visión que tenemos del mundo y el concepto que tenemos de la persona que somos: determinar qué deseamos, que merecemos y como alcanzarlo.

El valor se requiere para salir de la zona de confort y también para mantenerse lejos de este, aún si por un tiempo parece complicado.

¿Estás en tu zona de confort? ¿Qué es? ¿Cuáles son las creencias que te mantienen ahí?… ¿Qué pasaría si salieras de esta? ¿Qué necesitas para hacerlo?

¿Está tu felicidad fuera de esta?…

Las estadísticas indican que el 98% de quienes se han atrevido a despedirse de su zona de confort no solo no se arrepienten de haberlo hecho sino que además en algún momento de su vida se preguntan: ¿por qué no lo hice antes?

Atrévete a ser honesto u honesta contigo y admite si te has instalado en donde no eres feliz, si secretamente desearías hacer algo más con tu vida, si tu relación ya termino pero no te animas a reconocerlo. Si el amor se fue o si te sientes insatisfecho y enojado con lo que haces día con día.

Darle vida a la vida es una responsabilidad personal. Yo he visto que la gente no tiene lo que merece, sino lo que cree que merece, por esto, también revisa tu auroconcepto, es probable que estés donde estás porque no consideras que mereces más, y que la parte sana de tu personalidad sea quien te está pidiendo silenciosamente a gritos que actúes para salir al mundo, y si, el miedo es válido, ¿sabes por qué? Porque al abandonar la zona de confort hay que ser autoresponsable, afuera no hay justificaciones, no hay más culpables, no hay nadie sujetándote, por lo menos no todo el tiempo como se suele buscar dentro de una zona de confort, aún si eso mismo que nos sujeta nos oprime hasta desear huir de ahí.

Las buenas noticias es que eres tú quien elige que hacer, que pensar, que vivir… aunque no lo creas es así.

Independiente de las circunstancias, el como enfrentarlas, cambiarlas, terminarlas o tolerarlas está en ti.

Así que me despido deseando que mires dentro de ti y escuches a quien en realidad eres, esa voz te puede conducir hacia la libertad y la plenitud, pero, no la calles más.

En serio, yo no sé si es cierto que los gatos tienen varias vidas, ni tampoco tengo evidencia de que los seres humanos tengamos más de una vida… así que mientras es o no cierto, vive esta que es la que tienes hoy y probablemente la única que tendrás… no la desgastes ni desperdicies en dramatizar ni en sufrimientos que te restan la energía necesaria para vivir con todo tu ser.

Mira por esa ventana que conduce al otro lado de tu zona de confort (si es que estás ahí) y empieza a pensar en cuanto está esperando por ti, no postergues más…

¡Vámonos ya! ¡A vivir! Con todo el esfuerzo, la disciplina y la pasión que esto implica, porque si, ¡eh! Lo mejor de la vida puede ser gratis, pero, para conseguirlo es indispensable participar…

¿Aun quieres continuar en tu zona de confort? ¿Lo pensé o lo dije?

¡Abrazos!

 

 

Twitter: @Lorepatchen

Conferenciante, psicóloga y Coach.