Este año 2018, se estarán cumpliendo 16 años de que la antropóloga norteamericana Shere Hite, publicara su libro “El Orgasmo Femenino”, sí años antes la investigadora había causado furor con su “Informe Hite, sobre la sexualidad”, su nueva publicación en 2002, removió y en serio los cimientos de ése puritanismo tan propio del sistema hegemónico.
Con su primer Informe Hite, Shere reveló entre otras cosas que más del 70 por ciento de las mujeres norteamericanas fingían el orgasmo con la finalidad de dar por concluido lo más pronto posible, el encuentro sexual con sus parejas.
Así es, en 1976, esta joven aspirante a un grado en antropología, concluía con su estudio, por una parte, que, ancestralmente el placer sexual femenino había quedado relegado ante la imposición del placer masculino como el centro y objetivo de la sexualidad humana.
Y por la otra, que las mujeres solo podían acceder al sexo con el único fin de reproducirse.
Shere Hite entendió entonces que el motivo de su investigación tendría que ser ubicar, ¿dónde quedaba el placer sexual de las mujeres? y en consecuencia su orgasmo.
26 años después de haber publicado su primer informe sobre sexualidad, Shere Hite entregó al público norteamericano lasrespuestas a ésas preguntas que quedaron pendientes.
Estoy releyendo “El orgasmo femenino”, parece una obra escrita apenas ayer, sigue siendo vigente por una razón, el placer masculino sigue siendo el centro y propósito de la sexualidad humana, nada ha cambiado a pesar de que la obra de Hite dejó totalmente claro que las mujeres tienen deseos sexuales tanto como ellos.
En el imaginario colectivo masculino sigue estando presente la idea inequívoca de que es obligación de las mujeres, las conozcan o no, estén relacionados con ellos o no, brindarles placer.
Hace una semana escribía yo sobre el fenómeno de los INCEL, es un claro ejemplo de lo que menciono en el párrafo anterior. Ésos jóvenes están reaccionando violentamente porque consideran que el placer sexual es su derecho y que en consecuencia es obligación de las jóvenes otorgárselos.
No es casualidad, con éste panorama, que estén tomando fuerza, movimientos como el “Time is up”, “Me too”, “Ni una menos”, “Mi primer acoso”, “Yo también”, que son reacciones, para algunas tardías, a ése aspecto tan tóxico de la masculinidad hegemónica.
Tampoco son fortuitas las acusaciones contra personajes como, Bill Cosby, Morgan Freeman o el archi conocido caso de Harvey Weinstein. No dudo que muy pronto conozcamos de hombres en México con las mismas actitudes, porque simplemente no hay quien se salve, es y ha sido una manera aceptada de ser hombres.
Hay que reconocer, sin embargo, que algunos ya se están cuestionando precisamente eso, fue muy interesante leer en The New York Times el artículo escrito por Stephen Marche que denominó “La monstruosa naturaleza sexual de los hombres y el escándalo”, publicado en diciembre del año pasado.
Reproduzco aquí algunos pasajes: “Los hombres llegan a este momento de ajuste de cuentas extremadamente desprevenidos. La Mayoría de ellos se muestran estupefactos ante la realidad de la experiencia vivida por las mujeres. Casi a ninguno le interesa ni está dispuesto a tratar de resolver el problema de fondo: la usualmente fea y peligrosa naturaleza de la libido masculina”.
“¿Qué tan ingenuo hay que ser para no entender que el sexo tiene que ver con el poder y con el placer en la misma medida? La crisis a la que nos aproximamos es fundamental: ¿cómo puede haber una sexualidad sana en condiciones en las que los hombres y las mujeres no están en un plano de igualdad? ¿Cómo se supone que crearemos un mundo igualitario cuando los mecanismos masculinos de deseo son inherentemente brutales? No podemos responder estas preguntas salvo que las enfrentemos”.
Finalmente, Marche concluye que el tema de la masculinidad merece la pena ser reflexionado, eso nada más, dice, sería un inmenso avance.