Hasta ocho litros de agua por hora son bombeados a través de las branquias de un mejillón, que extrae del agua los elementos orgánicos con los que se nutre. Es, de alguna manera, un filtro y por lo tanto en él quedan los contaminantes que se hallen en el agua. Usando a los mejillones para medir la contaminación en las aguas cercanas a Seattle en el Estado de Washington, en Estados Unidos, encontraron en los mejillones distintas cantidades de elementos tensioactivos sintéticos, que son componentes de los detergentes, siete tipos de antibióticos y cinco de antidepresivos. Los mejillones dieron positivo para opiáceos. La información proviene del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Washington.

Reiteradamente se ha tratado en esta columna la epidemia de muertes por sobredosis de opiáceos en Estados Unidos, la última de ellas “El negocio de los opiáceos” (22/01/2018), en donde se decía: “En Enero del año pasado la pequeña ciudad de Everett (100 mil habitantes), en el Estado de Washington, demandó  a la empresa Purdue Pharma, por permitir que su medicamento OxyContin, un derivado del opio, fuera canalizado a través del mercado negro causando una crisis por consumo de opiáceos en Everett. Se acusa a la empresa de ‘hacer la vista gorda’ al tráfico ilegal de su medicamento para obtener enormes ganancias”.

El componente básico del OxyContin es hidrocloruro de oxicodona, que se encontró en los mejillones de la Bahía de Seattle. Aunque, intentando tranquilizar a la opinión pública, se afirma que los mejillones que dieron positivo se encontraban lejos de los lugares donde se hace su recolección comercial. También que las cantidades de oxicodona son inferiores a lo que sería una dosis para un ser humano. El origen estaría en las plantas de tratamiento de aguas residuales, que no logran filtrar estas sustancias. El origen primario estaría en el enorme consumo de estas sustancias por la población, que según datos oficiales se cobró las vidas en 63,632 personas en 2016 en muertes por sobredosis en Estados Unidos.

A  lo largo de los años en esta columna se han ido entrelazando textos relativos a descubrimientos científicos o tecnológicos con otros donde se trata del calentamiento global, la contaminación, el veneno de los pesticidas y sus consecuencias, la persecución a científicos que denuncian el abuso de las transnacionales, y  otros relativos a la manipulación de la opinión pública, y un largo etcétera, constituyendo en conjunto un fresco de la sociedad actual. Todo tiene que ver con todo, aunque a veces no sea posible detectar la conexión. En el caso de los mejillones que dieron positivo a los opiáceos, se unen la corrupción de las empresas farmacéuticas, la necesidad de evadir la realidad que tiene una parte de la población, y los problemas de contaminación del medio ambiente. No hay forma de evitar esto si no se cambia el rumbo, la forma de vida destructiva para los seres humanos y el medio ambiente. Nada hace pensar que eso vaya a ocurrir.

 

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