Finalmente el esfuerzo de Miguel Osorio pareció rendir frutos, y José Antonio Meade fue recibido con vivas por los priistas hidalguenses, al más viejo y puro estilo electoral del tricolor: camiones cargados con priistas de todas las regiones, una Plaza de Toros congestionada, música en vivo, potentísimos altavoces y dos rondas de estallidos de cohetones que ensordecieron y cubrieron de humo blanco, rojo y verde, esa zona al sur de Pachuca.

Al parecer ha aminorado, aunque no desaparecido, la inconformidad de los hidalguenses, que durante muchos meses, años incluso, visualizaron a Miguel Ángel Osorio Chong como sucesor del presidente Enrique Peña Nieto, lo que originó que en el arranque de las campañas políticas a senadores, diputados federales y diputados locales, se hiciera imprescindible la presencia de Osorio para “calentar” a los asistentes, los que finalmente se volcaban a su favor al verle llegar.

Debió ser un trago duro para los candidatos, y para el propio presidente Peña Nieto, que al decir sus nombres la respuesta de los hidalguenses en los eventos fuese tibia, mientras que al nombrar a Osorio Chong el entusiasmo se desbordara.

Esto mismo ocurrió ayer en la Plaza de Toros al llegar Pepe Meade, quien fue intensamente aplaudido… por los sindicalizados petroleros, mientras que la asistencia en un recinto saturado se levantó de sus asientos para aplaudir y gritar el nombre de Osorio.

Es evidente que los hidalguenses priistas no se reponen del descontento generado al no lanzar el PRI la candidatura de Osorio Chong a la Presidencia, después de que durante meses el exsecretario de Gobernación encabezara las preferencias electorales en el país.

Sin embargo, “El Chino”, como se le conoce en los más elevados círculos gubernamentales y políticos, no fue postulado y ahora se ve recompensado, en parte, por el cariño que le demuestran los hidalguenses.

Pero priista convencido, Osorio Chong demuestra que el partido es lo primero, que sabe de posteriores oportunidades y ha acompañado en sus giras no sólo a los candidatos al Senado, sino también a diputados federales y hasta locales, levantando el ánimo de los tricolores.

Por lo pronto la reunión de Meade con el priismo, en la Plaza de Toros –a un mes de que suspendió su visita a Hidalgo-, demostró lo que tanto se ha venido comentando: después de la salida de Enrique Ochoa y la llegada de René Juárez a la presidencia del PRI, este último ha vuelto a las antiguas prácticas priistas que tanto le funcionaron al partido durante muchos años.

De esta manera, camiones cargados con miles de hidalguenses llegados de Huejutla, Pisaflores, Apan, Huichapan, Ixmiquilpan, Tizayuca, Tenango de Doria, en fin, de todas las regiones en la entidad, congestionaron la Plaza de Toros, y Meade fue recibido con un estallido de cohetones de dos minutos, pero con tal intensidad, que la “sensación auditiva” lo prolongó por varios minutos más; estallido que se repitió al despedirse el candidato, a las 12:25 horas.

Priista de pura cepa, y también al viejo estilo, el gobernador del estado. Omar Fayad Meneses, echó mano de su vozarrón para pronosticar el triunfo de Meade el 1 de julio.

Los gritos, porras y aplausos para Miguel Osorio no se hicieron esperar y “calentaron” el ambiente.

Al terminar el evento las calles de la colonia Juan C. Doria se inundaron entonces de priistas con chalecos o gorras rojas, con sombrillas tricolores, que caminaban pesadamente a los autobuses o con destino a sus autos, que dejaron estacionados por donde pudieron, mientras que grupos de elegidos se dirigían al Lienzo Charro para un segundo encuentro de Meade con hidalguenses, ahora productores de ganado.

Casi al finalizar aparecieron por las calles camionetas de Morena con promocionales de sus candidatos, que literalmente, nadie “peló”.

Definitivamente ya era justo que viniera Meade a Pachuca, la tierra de “el chino” pero también bastión del priismo.

 

 

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