Acabo de regresar de la playa, hace dos años que no estaba en Puerto Vallarta, la verdad ya extrañaba. Las dinámicas familiares han cambiado, claro las y los sobrinos, más grandes ahora, ya no se conforman con pasar todo el día en la alberca, quieren más acción.

A una de ellas, de 15 años de edad, su mamá la llevó a conocer un bar de karaoke, me invitaron pero decliné el sol me agota, lo único que quiero es dormir.

Nos alcanzaron en un restaurante al otro día, otra de las sobrinas las recibió con la noticia de que la foto de la niña en bikini había sido subida a internet por alguien desconocido, es decir no sólo la subió sino que también la tomó.

No ubicamos el lugar, no era ninguna alberca del hotel donde nos hospedamos, quiere decir que la foto no la tomaron en ésta ocasión, ¡vaya usted a saber dónde!

La mamá y la niña por supuesto se espantaron, la chica terminó llorando al verse expuesta de esa manera. Hice las respectivas recomendaciones en caso de éste tipo de violencia de género, ¡ojalá la prima haga caso!

Ésta situación me situó nuevamente en la triste realidad que nos toca vivir, lo he dicho en varias ocasiones en la columna, es necesario obligar al sistema patriarcal a generar una revolución en su sistema de valores donde el cumplimiento de todos los deseos masculinos dejen de estar en el centro de la actividad humana.

Parafraseando a Pedro Ferríz Santa Cruz, “Un mundo nos vigila”, pero no son extraterrestres son éstas personas hombres y mujeres que andan a la caza de las y los jóvenes para llenar las filas de la trata, la prostitución, la esclavitud sexual, los table dance y demás lindezas que exige el mercado masculino.

Asegura la feminista francesa Virginia Depentis: ¡Tengo un montón de amigas que han sido víctimas de violación, eso quiere decir que tengo amigos que han violado a alguna mujer!

Se ha preguntado usted ¿cuántos de sus hombres más cercanos, padres, hermanos, tíos, primos, amigos, jefes, compañeros de trabajo, esposos, novios, hacen uso del sexo servicio, la trata, el table dance, o la esclavitud sexual?

Seguro que muchos más de los que quisiéramos.

¿Por qué no los invita a que renuncien a ésos privilegios?, ahorrarían mucho dinero y serían respetuosos de los derechos humanos de las y los demás.

El día que la mayoría de los hombres dejen de vivir su sexualidad desde el poder, el control y el dominio, para que la empiecen a vivir desde el erotismo, los primeros que ganarán serán ellos mismos.

¡Se imagina que mañana mismo salieran a marchar a las calles todos los hombres cuyas hijas, madres, esposas, hermanas, primas, sobrinas, abuelas, nietas, amigas y conocidas han sufrido algún tipo de violencia o abuso!

¡Estarían la mayoría en la calles, ojalá que pronto así sea!

 

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