Durante el segundo y tercer año de la escuela primaria en mi infancia, solía sostener una (durísima) competencia académica con una hermosa niña de una comunidad indígena cercana a la escuela. Cada vez que yo terminaba un problema de la materia que fuese, ella se me adelantaba y siempre tenía la respuesta correcta.
No recuerdo su nombre, pero cuando la Maestra nos comentó que la pequeña no asistiría más, experimenté una sensación de pérdida. Años más tarde, cuando yo estaba por ingresar a la escuela preparatoria, tuve un fugaz encuentro con la jovencita: llevaba un niño en brazos y por el aspecto de su figura se notaba que tendría unos cuantos meses de embarazo. Iba acompañada de su joven esposo, escasamente mayor que nosotros. Aunque han pasado muchos años, aún recuerdo los sentimientos encontrados del momento.
Sentí que la sociedad, incluído yo mismo, le habíamos fallado terriblemente a esa jovencita. Finalmente, yo pude concluir una educación universitaria (gracias a los beneficios de la educación pública) y ella no: ¡Qué injusticia!
Recientemente he recibido las fotos de los estusiastas seleccionados mexicanos que están compitiendo en la Olimpiada Internacional de Física en Lisboa: sus caras, casi infantiles, llenas del enorme orgullo de representar a nuestro país en una justa académica internacional, son increíblemente motivadoras.
Por otro lado, la semana pasada revisaba el Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022 editado por el gobierno de Hidalgo (REF2). De acuerdo a dicho documento:
“Un hallazgo relevante es que la principal causa de defunción entre adolescentes de 12 a 17 años fue el suicidio, en 15 de cada 100 casos; la segunda está relacionada con accidentes de vehículo automotor en 14 de cada 100 decesos”…
¿Cuáles son las causas que orillan a un adolescente a cometer suicidio?, ¿Porqué es que un adolescente se ve en la terrible disyuntiva de acabar con su propia vida? Como sociedad le hemos fallado a esos chicos. Este es un tema lacerante que debe atenderse a la brevedad. Se los debemos. No tenemos excusa para soslayar este tema de primerísima importancia.
Esto representa una asignatura pendiente para toda la sociedad en su conjunto. Son dos realidades contrastantes, una de las cuales tiene un efecto devastador en el tejido social.
Como profesor, sé que no a todos los chicos les agrada estudiar. Sin embargo, ninguno debería verse forzado a abandonar la escuela por falta de recursos económicos. Por muchos años el estado y la sociedad han sido indiferentes ante esa cruel situación, ¡Ya no más!
Twitter: @Cs8Soto