Las condiciones económicas que rigen en el país están originando que los jóvenes mexicanos abandonen el hogar paterno a los 30 años y un mes, en promedio… cuando lo abandonan.

Rechazan los jóvenes, hombres y mujeres, abandonar el hogar paterno y “pasar penurias” con un salario promedio de seis mil pesos mensuales que apenas les alcanza para compartir departamento con amigos, con una pareja, y sin dinero suficiente para costearse los beneficios que disfrutaban en casa de papá y mamá, como televisión por cable, internet, teléfono de línea, agua caliente y alimentos en la mesa.

Un estudio de Dada Room, una plataforma mexicana para buscar sitios de renta compartida, o rommings –compañeros de departamento-, señala que los jóvenes citadinos en el país no están en condiciones económicas de abandonar el hogar paterno hasta después de los 30 años.

Independizarse, no… casarse, ¡menos!

Los jóvenes entre los 20 y 30 años, con estudios profesionales, difícilmente tienen en sus proyectos de vida el independizarse, ni mucho menos, casarse.

Si no me alcanza para cubrir mis gastos, y todavía vivo con mis papás, menos para un compromiso como el matrimonio. ¿No has visto lo que cuestan los pañales? ¡400 pesos!”, afirma aparentemente espantado Lalo “N”, quien hace un año concluyo la carrera de ingeniería, ya consiguió empleo pero gana dos mil 800 pesos quincenales.

Es que la situación es de risa, si no fuera tan dramática: ganamos seis mil pesos, y eso, bien pagados, cuando una renta cuesta tres mil pesos en promedio, y en paga agua, luz, gas y transporte se van los otros tres mil. No queda para comer, vestirse, divertirse”, afirma Betzababi, ingeniera también de 25 años de edad.

A mí en mi casa ni me están corriendo y hay espacio suficiente”, asegura a su vez César, ingeniero eléctrico recién graduado, de 24 años de edad, quien comienza a “hacer trabajitos que van saliendo” y que le dejan ingresos que comparte con sus padres; “no es mucho pero ya ayudo”.

Son jóvenes que “se ven en el espejo” de un compañero, Daniel, quien truncó la carrera para casarse, y  a cuatro años del enlace ya tienen dos bebés. Las bromas al amigo, por tan motivo, son constantes. “No fue a las clases de condón uno y condón dos, en el kínder”, afirman.

Y es que aunque Daniel vive en casa de sus padres, “trabaja como burro 10 horas diarias, su mujer trabaja también, la mamá de Dany cuida a los niños, y de no ser así, no les alcanzaría ni para comer”, relata Betzababi.

Daniel no se arrepiente de su decisión, aunque acepta que su máxima ilusión es “cumplir los puntos” para obtener un crédito Infonavit y tener su casa propia, aunque acepta, “no por el momento, mi mujer tendría que dejar de trabajar para cuidar a los niños, y con mi puro salario no nos alcanzaría.”

 

“Ayudar a los hijos”, tarea paterna.

La madre de Daniel, Teresa, acepta que invitar a Daniel a vivir en la casa paterna, después de que se casara, significó que Ernesto, cuatro años mayor, y casi 30 de edad, decidiera que no tiene por qué irse, pues él está soltero y “tiene más derecho; se va a ir si un día se casa”.

Yo les ayudo a mis dos hijos con lo que puedo; ellos comparten los gastos de la casa con mi marido, y yo cocino para todos y cuido a los niños. No me pesa, es tarea de los padres ayudar a los hijos”, considera.