La explosión del ducto de Petróleos Mexicanos de hace más de una semana sacó a flote muchas de las virtudes y debilidades de las autoridades y personas que han actuado y apoyaron en los momentos de la emergencia, aunque tampoco se puede pasar por alto que hay quienes han intentado aprovechar la situación para atraer los reflectores y sacar algún tipo de provecho.

No cabe duda que la acción cometida por los delincuentes de provocar la fuga de combustible y después azuzar a la población para que fuera a recolectarlo, es algo de lo peor que se pueda hacer a personas que ante una vida de necesidades buscan aprovechar la menor de las oportunidades que como en este caso fue a costa de su propia vida y ante el descaro de los delincuentes.

Lo cierto es que hay quienes en cumplimiento de su deber debieron reaccionar de acuerdo a la situación, como es el caso de los tres niveles de gobierno a cuyos titulares de les puede reconocer lo que hicieron, pero no más allá porque simple y llanamente tenían y deben seguir cumpliendo con su deber de actuar de forma inmediata y ayudar sin escatimar recursos o esfuerzos, ya que ese es su deber por lo que solamente se les debe dar las gracias por su labor.

Lo cierto es que también hubo casos de civiles que actuaron de manera heroica a pesar de arriesgar la vida y hasta perderla como es el caso de un hombre de 39 años de edad de nombre Saúl, quien aseguró que después de haber sido solamente espectador de la recolección de gasolina por cientos de personas no se atrevió hacer lo mismo ante el riesgo que representaba un accidente como el que finalmente ocurrió y que lo obligó a intervenir para sacar al mayor número de personas de la zona de la explosión.

Como resultado de las quemaduras que sufrió al apagar las llamas de varias personas y sacarlas, se pensaba  que sus heridas que no ponían en riesgo su vida, pero sin embargo fue una de las primeras víctimas mortales hospitalizadas ya que apenas iniciada la semana pasada dejaba de existir ante la incredulidad de sus familiares quienes no podían creer el desenlace ya que Saúl, tenía más esperanzas que muchos más de los afectados, y sin embargo su actuación paso prácticamente desapercibida.

Pero también es de hacer notar que  muchos más de los que pudieron hacer algo por el tipo de cargo que ostentan y que aún pueden hacerlo, simplemente reaccionaron muy tarde o bien no lo han hecho, lo cual solamente muestra que llegaron a los cargos de elección popular por casualidad, por un amigo o compadre o hasta sin querer porque situaciones como la de Tlahuelilpan, a pasar de su magnitud no les despertó mayor sensación humana o interés por hacer algo por lo que en algunos casos no se aparecieron como ocurrió con algunos legisladores que se presentaron hasta tres días después y otros más ni muestras de vida dieron.

En su caso es de reconocerse que sí bien el presidente de México, ya le dijo al gobernador de Hidalgo que fue invaluable su apoyo y que estuvo a la altura de las circunstancias, el jefe del ejecutivo  lo tomó como un cumplido sabedor de que ese era finalmente su deber, peor en este caso según se cuenta en las reuniones familiares y de café incluso que muchos de sus colaboradores pudieron hacer mucho más aunque sea con su presencia, pero muchos de ellos se asegura también que se desentendieron.

De igual forma, pasó inadvertido que titulares de otras instancias tanto federales como del estado ni siquiera se aparecieron y delegaron las acciones de apoyo a sus subalternos, los cuales solamente cumplieron con su trabajo para que después eso sí al momento de los reflectores sean los funcionarios los que den la cara como sí les hubiera interesado siquiera lo sucedido.