-¡La culpa la tienen las monjas del sagrado corazón de Jesús!-, así respondió la revolucionaria sandinista Nora Astorga a la pregunta de un corresponsal extranjero sobre la razón por la cual siendo una mujer privilegiada de Nicaragua, (fue hija de un general Somocista), optó por unirse al Frente Sandinista de Liberación Nacional.

-¡Sí, las monjas no me hubieran obligado a ir a los barrios más pobres de Managua a entregar comida, ropa y juguetes jamás me habría dado cuenta de las enormes desigualdades en mi país!-.

En 1984, a media plaza principal de Managua frente a una multitud, que fue testigo, y bajo ése sol tropical que asfixia, el Papa Juan Pablo II regañó al sacerdote Ernesto Cardenal, Cardenal de rodillas y con la vista en el piso, aceptó la monserga con humildad. La suspensión a divinis fue fulminante, no podría ejercer más el sacerdocio.

El argumento papal de la pena para Ernesto, es que, siendo sacerdote se unió a la Junta Revolucionaria de Gobierno de Nicaragua, fue ministro de cultura. Contradictorio el sistema totalmente, cuando es al revés, acá en Hidalgo, tenemos un secretario que no da discursos da homilías y ha hecho de su credo, política pública, y ¡nadie dice nada!, sólo recordarle que vivimos y nos regimos por un Estado Laico, ya sufrimos hasta una guerra para que eso quedara muy claro y separado.

Los casos de Nora y Ernesto,  son dos ejemplos de cómo el sistema hegemónico que padecemos castiga a quiénes renuncian a los privilegios que el mismo sistema les otorga, a ella, por haber repudiado a su clase y preferir a los despojados no ha recibido en Nicaragua, y como se lo merece, el reconocimiento suficiente. Él por haber abrazado a la teología de la liberación, ése sacerdocio que prefiere a los pobres antes que la mirra y el oro, fue alejado del púlpito.

Nora, ya no está con nosotros, Ernesto acaba de ser reivindicado por el Vaticano, a sus 94 años y en el hospital, a punto de morir, ofició su primera misa en 35 años.

¡Es Ernesto quién habría de perdonar al Vaticano, no al revés!

Y todo esto se da en el marco de la reunión extraordinaria de obispos en Roma para hablar sobre los abusos sexuales de sacerdotes y ministros contra la grey.

¡Y aquí sí, se comportan como tíos consentidores!

Francisco, ¡cómo que quiso y no pudo!, ¡cómo que sí pero no!, al final le echó la culpa a las feministas y salió con su genial frase de que “¡todo feminismo acaba por ser un machismo con faldas!”, escupió para arriba, ¡él usa faldas!. Por supuesto los sacerdotes pederastas y abusadores merecen todo el castigo, no sólo el divino, también el humano.

Y tienes toda la razón Francisco, muchas faldas sacerdotales, alejan y siguen alejando a las y los creyentes de la iglesia católica, ¡por sus abusos, por su prepotencia y por su falta de humildad!

Estoy viendo en una plataforma televisiva una serie que se llama “Examen de Conciencia”,  sobre los atropellos sexuales de prelados en España, específicamente del Opus Dei, la orden que fundó el pederasta mexicano Marcial Maciel, tan protegido por Juan Pablo II y por la élite del poder en México.

Las entrevistas que dan los sacerdotes depredadores sexuales, ¡causan rabia! “¡Es que pobrecito de mí, yo también sufro con esto que les hago a los muchachos!, ¡A mí también me abusaron cuando era chiquito!”. Sí sufren tanto, que lo dejen de hacer, sí también los abusaron porqué no ponen fin a ésa cadena.

Por supuesto es más fácil violentar que ser violentados, la humillación sexual no tiene nada que ver con la sexualidad o con una orientación sexual distinta a la de la mayoría, ¡tiene que ver con el poder, el  abuso del poder masculino! Por eso Francisco no va a ir nuca más allá, porqué él como hombre, disfruta de ése poder y cuando puede abusa.

Es por ésa razón que si he de rendirle pleitesía a alguien a algo, prefiero que sea a una deidad femenina, ¡sin pene! ¡Me declaro abiertamente Guadalupana, mí espiritualidad, sigue intacta!

 

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