Con la asistencia de aproximadamente 12 mil personas, se desarrolló la edición número 48 del Viacrucis de Cubitos, que en este año por segunda ocasión le tocó a Jesús Hinojosa interpretar el papel central en esta escenificación de la pasión y muerte de Cristo.

Cerca del mediodía, la cancha de Cubitos ya lucía repleta de personas, que aguardaban el inicio de la representación en una mañana que fue fresca en la capital hidalguense.

Así que tras anunciar el inicio, se rezó y se pidió al Creador para que la escenificación saliera bien, a lo que acto seguido, hicieron su aparición Herodes, su mujer y su desalmada hija en un extremo de la cancha, mientras al fondo, un recién pintado Sanedrín daba una vistosa bienvenida a los asistentes, en donde se encontraba Poncio Pilatos, acompañado de su atormentada mujer que no podía conciliar el sueño a causa de Jesús.

Una banda de guerra de niños vestidos de soldados romanos abrió paso a la aparición de Jesús, interpretado por Jesús Hinojosa, quien llegó en medio de improperios, golpes y latigazos por parte de los soldados romanos, quienes también trataban a empujones a los vecinos que dieron vida a Dimas y Gestas.

Esta vez fue notorio que en el viacrucis de Cubitos, le subieron de intensidad a los golpes que padece Jesús, por lo cual un extenuado Cristo fue presentado ante Poncio Pilatos, quien al no ver ninguna culpa en Jesús, lo mandó a comparecer ante Herodes.

En el otro extremo, un Herodes con su esposa y su Herodías, ataviados en color vino, se burlaron y humillaron a Jesús de Nazareth, momento donde al audio de la escenificación hizo una travesura, pero que no impidió el desarrollo del viacrucis, ya que Herodes devolvió a Jesús ante la presencia de Poncio Pilatos, quien desconcertado, lo mando a azotar, azotes que se hicieron a la mitad de la cancha de Cubitos, entre burlas de pretores y soldados romanos, que entregaron una manta roja y colocaron una corona de espinas al nazareno.

Tras ser azotado, ocurre que los presentan de nuevo ante Poncio Pilatos, quien ofrece a los judíos escoger la libertad de Jesús o Barrabás, quien llegó polvoriento y a punta de azotes.

Ahí, tras ser designada por los judíos la libertad de Barrabás, Poncio Pilatos procede a lavarse las manos en el repintado Sanedrín de Cubitos, al no ver culpa alguna en Jesús, y decide entregarlo a los judíos, a quienes responsabiliza de su muerte y les hace saber que en ellos recaerá la sangre del inocente que han mandado al Gólgota para ser crucificado.

Así comienza el calvario del Jesús de Cubitos, quien escoltado por soldados romanos, perfectamente le es abierto el paso a través de un lazo que llevaban policía estatales, a quienes a su vez les abría el paso una tercia de motocicletas del municipio de Pachuca, y entre ellos, la banda de guerra de chicos ataviados como soldados romanos.

El Cristo de Cubitos pasó por la calle de Chihuahua, dobló en San Luis Potosí y con la calle de Puebla tuvo su primer caída, para luego continuar y enfrente de las instalaciones de protección Civil del estado, tener el encuentro con una afligida María, quien ve cómo su hijo es maltratado.

El cortejo tomó la calle de Veracruz, adornada con cientos de banderitas multicolores, donde tuvo lugar la segunda caída, y en donde Simón de Cirene es elegido para ayudar a Jesús a cargar la cruz de 90 kilos de peso, quien tampoco se escapó de los azotes y cargó la cruz hasta la calle de Río Bravo, en plena subida hasta el cerro.

En pleno cerró de Cubitos, Jesús retoma el pesado madero donde sería crucificado, y poco antes de llegar a la cima, en la vereda escarpada con algunas piedras de basalto del cerro, ocurre la tercera caída, enmarcada con una espectacular vista panorámica de Pachuca, donde a lo lejos, se podía apreciar que en Las Lajas también el Mirador del asta bandera estaba rebosante de fieles, esperando la crucifixión de su Jesús.

Todo el cerro de Cubitos se cubrió de centenares de personas, que acudieron a atestiguar el Viacrucis y el camino de Jesús hasta la cima, sin que faltarán claro está los comerciantes ambulantes que vendían desde pastes, paletas, congeladas, bolis, chicharrones, hasta quienes vendía aretes, pulseras y hasta micheladas se llegaron a ofrecer en el recorrido.

Al fin Jesús llegó hasta la cima de Cubitos, donde tuvo un largo respiro, pues mientras Dimas y Gestas fueron izados en sus cruces enseguida, el Jesús de Cubitos tomó un respiro y tardó algunos minutos en ser levantado en su cruz.

Finalmente ocurrió la escenificación de la crucifixión, el que Cristo se le acercara vinagre, fuera herido con una lanza y el clamor al padre y el perdón de los pecados del mundo, antes de expirar.

Al poco rato, Jesús y los ladrones fueron ayudados a bajar, mientras el gentío se retiraba, con millares de niños que acudieron con sus papás a ver este tradicional viacrucis, que en un par de años alcanzará su medio siglo de vida.

Abajo, seguía la vendimia, comidas en casa, algunos tomando micheladas, pescado frito, disfrutando de un día relajado y familiar.