Por: Brenda Ximena Ramírez Riva Palacio
Hola querido lector, como siempre es un gusto saludarte. Como sabrás, se celebraron las elecciones el pasado 2 de junio del 2019 en 5 estados de México, Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y la elección extraordinaria de Puebla a la gobernatura (junto con 5 alcaldías), debido al deceso de su gobernadora, fallecida en un evento considerado por muchos como un asesinato. En estas elecciones se disputaron casi 150 cargos de elección popular, entre alcaldías, diputaciones locales y gobernaturas, donde, recordando el escenario del 2018, se inferiría que el partido que está actualmente en el poder tendría el famoso “carro completo” en los resultados.
Los dos estados que disputaban la gobernatura eran Baja California y Puebla, en donde ganaron los candidatos del partido que detenta el poder, como era de esperarse; terminando con el bastión históricamente panista (Baja California) y que le apuesta a la transición, y con un estado donde predominaba el voto azul como era Puebla; sin embargo y para sorpresa de todos, la participación ciudadana apenas rebasó el 30%, es decir 7 de cada 10 personas con credencial de elector, decidieron no votar.
En los demás estados, la competencia fue reñida, donde por el índice de participación, infiero que las elecciones se apoyaron mayormente de militantes y estructuras de cada partido político.
Como lo mencioné líneas previas, lo preocupante aquí, es que ningún estado rebasó el 40% de participación ciudadana, predominando porcentajes entre 29 a 35% de votos emitidos del total de la lista nominal; por lo que estamos regresando al abstencionismo brutal y el hartazgo ciudadano de elecciones anteriores a la presidencial del 2018, en donde la votación llegó casi al 70% del padrón electoral; esperando, inclusive en muchos casos, horas para ejercer su derecho, para castigar, para expresar su inconformidad, para que se notara en los resultados que se quería una transición.
Hoy, regresamos a lo que se pensó se había abatido el año pasado, al desinterés por el gobierno, a la inconformidad, al desapego. En seis meses que lleva el gobierno que prometió en pocas palabras derrumbar las instituciones y volverlas a construir, se ha incrementado la inseguridad y reducido presupuestos importantes como el de atención a la violencia de género, salud, educación, etc., recursos que hoy forman parte de bolsas monetarias en programas sociales que representa entregas directas de dinero a gente que ni estudia ni trabaja entre otros casos, por lo que pone en riesgo el presente y futuro de México, inclusive la vida de miles de mexicanos
Lo que es una clara muestra de que la decepción en la espera de un cambio se ha recrudecido y hoy impacta de manera negativa en el electorado.
Twitter: @brenrivapalacio