Historias de lo cotidiano

Raúl García Gutiérrez

“¡Las cuotas escolares son totalmente ilegales!” Así lo dijo Enrique Quiroz, titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos y Transparencia de la Secretaría de Educación Pública Federal. En efecto, el Artículo 3° Constitucional establece claramente: “Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica.” Hoy por hoy, el tema de la aportación de recursos económicos para el apoyo a las escuelas representa un factor más de estrés para las familias que tienen uno, dos o más hijos en edad escolar. Por la contingencia sanitaria se vuelve más complicado el llevar a cabo movilizaciones o plantones, pero las denuncias en contra de las instituciones educativas y sus directivos están a la orden del día.

Las quejas provenientes de prácticamente todos los estados del país cobran una especial relevancia en los tiempos del Covid, la economía se encuentra mermada, el país se ha contraído económicamente, escasean las fuentes de empleo, en fin, el panorama no se puede comparar siquiera con el del año pasado. Y el funcionario tiene razón: la educación pública en México es gratuita.

¿Quién construye la infraestructura básica de una escuela? La SEP, con el dinero proveniente de nuestros impuestos. ¿Quién paga el sueldo y prestaciones del personal escolar? La SEP, con los recursos de la hacienda pública. ¿Quién dota del material esencial, como pupitres, pizarrones, mesas, escritorios, sillas a las instituciones escolares? La SEP se encarga de todo eso. Se pone a disposición de los niños y niñas los edificios escolares, maestros preparados e implementos básicos para su aprendizaje de forma gratuita.

Pero los edificios requieren de mantenimiento, pintura, impermeabilización y un sinfín de cosas más. Al personal escolar se le debe otorgar la remuneración por sus servicios. Los muebles y materiales tienen un tiempo límite de servicio y se requiere su reemplazo. ¿Quién se hace cargo de esto? Los padres y madres de familia de cada núcleo escolar, a través de las aportaciones voluntarias que ellos mismos fijan, dependiendo de las necesidades de la escuela a la que asistan sus hijos.

Ningún papá o mamá quiere que sus hijos vayan a una escuela en ruinas, o con salones o baños sucios, con bancas y pizarrones deteriorados. Uno de los muchos factores que se requieren para crear ambientes de aprendizaje favorables es, sin duda alguna, la limpieza y la higiene. Y ese es un trabajo que realiza el personal de intendencia, principalmente, pero ¿las escobas, jergas, guantes, cubetas, detergentes, cloro y demás soluciones de limpieza que se requieren? La SEP no las otorga. Estos implementos se compran con el recurso económico aportado por los padres de familia. Y el anterior es solo un ejemplo de las muchas necesidades que se tienen en una escuela.

El principal error en el que incurren algunas (o tal vez muchas) escuelas es el condicionar la inscripción de los niños a cambio del pago de la aportación. No se puede negar la inscripción o reinscripción a cambio de una contraprestación. Por otra parte, poco se habla de la presión que ejercen las asociaciones de padres de familia sobre los directivos para que se incluya el pago de la cuota escolar entre los requisitos de inscripción.

Desafortunadamente, amparándose en el principio de “educación gratuita”, muchos paterfamilias pretenden eludir dicha aportación a como dé lugar. Entonces surge el dilema: ¿algunos padres aportarán para el mejoramiento de una escuela que también disfrutarán los hijos de los que no apoyan? He conocido casos en donde el presidente de los padres de familia condona el pago a madres que con muchos esfuerzos y sacrificios envían a sus hijos a la escuela, pero también el caso de papás que, teniendo los recursos suficientes, se han negado a apoyar a su escuela y a ser de los más exigentes en todos los sentidos. Curioso, ¿no creen?

Con gusto leo sus comentarios.

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