Jesús Cruz Fernández

En la columna anterior hablamos de que, en la vida, es normal que existan problemas y conflictos, porque somo diferentes, existen diversidad de culturas, razas y formas de pensar y actuar de las personas, que lo importante era la forma en como los abordábamos los problemas, con qué actitud y como los resolvíamos.

El ser humano tiene la capacidad de pensar, de ser consciente, de auto observarse, es decir darse cuenta, de que está sintiendo, pensando y que emociones está presentando a cada momento, a esto se le denomina autoconciencia. Esta capacidad nos permite ser objetivos, ver la realidad de las cosas, es decir analizar nuestra conducta, ver si se ajusta a valores universalmente aceptados, como la honestidad, la justicia, igualdad, entre muchos más, que son la base de relaciones saludables y armónicas, o simplemente nos dejamos llevar por emociones o sentimientos de malestar que sentimos en ese momento, dejando a un lado los valores o principios.

“Las personas reactivas” es decir aquellas que reaccionan por impulsos de miedo, ira, intolerancia, prepotencia, constantemente van a estar en conflicto con otras personas y con ellas mismas, porque no tienen la capacidad de regular sus emociones o sentimientos, se dejan llevar por ellos y cuando reaccionan y piensan se arrepienten, se sientes culpables o molestas consigo mismas, porque las emociones del momento no le permitieron utilizar su capacidad de pensar y analizar la situación y tomar una decisión más acertada.

Dentro del estímulo que se nos presenta y la respuesta que otorgamos, esta un punto intermedio que se llama mi “libertad interior” o mi “libertada de decidir” de como actuar ante una situación, un evento o un problema, es decir si me detengo un poco y pienso, puedo actuar de una manera razonada, inteligente y correcta en base a mis principios y valores, o si reacciono en base a mis sentimientos y emociones. Si alguien me insulta y ofende de manera injusta, no tengo porque acepar tal insulto, puedo ignorarlo sin que me afecte, es mi “libertad interior” la capacidad que tengo de decidir como sentirme y no como quieran hacerme sentir, a esto se le denomina “ser proactivo”.

Si dentro del diario vivir, dejamos que nos afecten cosas que no podemos cambiar como son el calor, el frio, el tráfico, la lluvia, el carácter de otras personas y muchas cosas más, estamos siendo reactivos. Si tomamos la decisión de aceptar lo que no podemos cambiar que es lo razonable e inteligente, estaremos actuando o practicando el “habito de ser proactivo”, es decir no dejar que nadie ni nada determine la forma en que debo sentirme, yo elijo, yo decido como actuar, elijo sentirme bien aun en circunstancias difíciles o molestas.

En la vida cotidiana, se pueden presentar tres tipos de problemas, que se pueden clasificar de la siguiente manera: los de control directo que son todos aquellos que tienen que ver con mi persona y mi conducta y que solo me corresponden a mi resolverlos, siendo responsable, proactivo y atendiendo primero los que son más importantes.

Los de control indirecto, que son problemas que tienen que ver con la participación de otras personas, para resolverlos es importante entender, comprender la posición y actitud de la otra parte, analizar sus razones, después exponer mis razones y llegar a acuerdos en que las dos partes salgamos beneficiadas en lo que mejor se pueda, esto implica capacidad para dialogar, escuchar, mediar la situación de una manera adecuada y ser justo y honestos en nuestros argumentos.

Finalmente existen los problemas sobre los cuales no podemos tener ningún control, los que no nos corresponden y que solo debemos aceptarlos, para que no interfieran con nuestra tranquilidad y armonía.

abogadocfj@gmail.com