Alfredo Rivera Flores, ex catedrático de la UAEH y autor del libro “La Sosa Nostra. Gobierno y porrismo coludidos en Hidalgo”, opinó que la reciente detención de Gerardo Sosa Castelán por los presuntos delitos de lavado de dinero, peculado y defraudación fiscal constituyen una consecuencia de las voces que alertaban sobre las irregularidades que podrían estarse cometiendo en relación con la institución educativa.

Entrevistado vía telefónica, el sociólogo hidalguense que cambió su residencia a San Miguel de Allende, Guanajuato, calificó como de mal gusto alegrarse de las desgracias ajenas y recapituló al considerar que “en este caso no se trata de una desgracia sino de una justa circunstancia de aplicación de la ley para que si alguien hizo algo, que pague”.

“No estoy diciendo que esté comprobado que él (Sosa Castelán) infringió las normas por las cuales se le está deteniendo, pero de que va en ese camino va”.

Agregó que la vox populi “viene diciendo desde hace mucho años dónde hay malos manejos, dónde se han saltado las trancas y creo que todas estas circunstancias se concretan en el ex dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FE), ex rector y que ahora está siendo indiciado”.

La publicación de “La Sosa Nostra”, hace casi 15 años, provocó el enojo de Sosa Castelán que adujo haber sido afectado por la edición de la investigación en la que se presentan las actividades cometidas por quien fuera, desde hace varias décadas, líder de la Federación de Estudiantes Universitarios y calificado como porro.

Por tal razón, el todavía presidente del patronato universitario promovió un juicio contra el escritor, quien fue sentenciado a pagar una multa por 738 mil pesos por las afectaciones causadas a quien también fue rector de la UAEH.

Cuestionado si la captura de Sosa Castelán provocaría un descrédito para la Universidad Autónoma del Estado e Hidalgo, Rivera Flores advirtió que a ese respecto hay que irse con pies de plomo.

“Yo me iría con tiento con lo de afectar la imagen de la casa de estudios. Por un lado está la institución respetable y añosa, germinadora de muchas circunstancias favorables para los jóvenes y para el estado; y por otra parte, ha estado siempre un grupito de personajes que se adueñaron de la UAEH desde hace muchos años y que han vivido a su costa y, sobre todo, que han dejado la mala imagen con la cual ahora se pueden asimilar las siglas de la Universidad”.

Expone que hay que entender que se trata de dos mundos distintos: “el de un grupo, por qué no decirlo, de una mafia que ha manejado esto, cuyo capo mayor es el susodicho Gerardo Sosa Castelán, y la institución, que ha aportado mucho a los estudiantes y al desarrollo del estado.