Mientras el mundo occidental sigue luchando contra la pandemia de coronavirus y poco a poco se despeja la incertidumbre política en Estados Unidos, Asia avanza en materia económica y ha pactado ya el acuerdo de libre comercio más grande del mundo, que sin duda será un instrumento central para su recuperación postcovid.
En cierto sentido parece el negativo de la historia del pasado reciente. En efecto, mientras Estados Unidos encabezó por años la liberación comercial, bajo la agónica presidencia de Donald Trump rompió lanzas contra esa estrategia y en general el multilateralismo, con la excepción acotada de la renovación del acuerdo comercial con México y Canadá, el T-MEC.
La posición estadunidense tiene fundamentos. La falta de respeto de China a la propiedad intelectual en general o su política cambiaria son ejemplos de esos fundamentos, pero la Administración Trump entró por la puerta de la guerra comercial inspirada en “hacer de nuevo grande a América”, que sedujo a muchos estadunidenses afectados por el traslado de empresas desde su país a Asia, política en donde Washington ha querido imponer sus condiciones simplemente por ser Washington.
Ahora la situación se complica por la firma de la Alianza Integradora Económica Regional (RCEP, por las siglas en inglés), cuyo peso queda sintetizado en dos cifras: la población de sus 10 países miembros más cinco socios externos suma casi un tercio de todos los habitantes del planeta y su producto interno bruto el 29 por ciento del mundial, cifras que lo colocan por arriba del T-MEC y de la Unión Europea (UE).
Se trata de un acuerdo comercial cien por ciento asiático, pues participan las 10 naciones de la Asociación de Países del Sudeste Asiático (Asean) más Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y China, país este que se erige como el gran ganador político y muy probablemente también el económico en el largo plazo.
Hay una ausencia señalada: India, que hace un año salió de las pláticas por juzgar que sus intereses económicos y comerciales no estarían bien defendidos por el acuerdo. En esa salida figura también la rivalidad con China, que ha llevado a recientes escamuzas en su zona fronteriza común. Esta situación va más allá del tema bilateral Beijing-Nueva Delhi, pues se encuadra en la política china para convertirse en la nación más influyente en Asia, es decir, se trata de un asunto geopolítico mundial donde actores externos como Estados Unidos y la UE tienen también intereses.
Por lo pronto la zona asiática se pone en situación privilegiada para el duro 2021, año donde la persistencia de la pandemia de Covid dificultará los esfuerzos para retomar el crecimiento. Y las noticias para Occidente no son buenas.
De los 10 países de la Asean, seis figuran en el Índice de Resilencia ante la Covid, elaborado por el sitio informativo especializado en finanzas Bloomberg, con 53 naciones, pero tres de los cinco socios no Asean del RCEP ocupan los tres primeros lugares (Nueva Zelandia, Japón y Corea del Sur) mientras Australia y China, los otros dos, se colocan en las posiciones siete y ocho. En ese mismo Índice, Canadá ocupa la posición 13, Estados Unidos la 18 y México la 53, la última de la lista.
El RCEP también deja atrás al Tratado Integral y Progresista para la Asociación Tanspacífico (TPP), del cual son miembros Australia, Japón, Nueva Zelanda con membresía en ambos documentos, más Canadá y México, pero no Estados Unidos, lo que da una idea de las desventajas para este país en materia comercial.
El libre comercio no es una receta o poción mágica para los problemas económicos. Aún está pendiente encontrar la forma en recuperar los balances sociales que se pierden en muchas regiones y sectores de los países que entran a estos documentos, pero al parecer es más sencillo ajustar esos desbalances estando dentro que fuera de tales acuerdos.
De salida: Al fin el presidente Donald Trump aceptó iniciar los procedimientos para el traspaso del mando, aunque no ha aceptado su derrota ante el demócrata Joe Biden. Para México se iniciará una nueva etapa en la que como ha sucedido con todos los gobiernos estadunidenses sin importar su filiación, habrá que defender muchos intereses nacionales.
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