Galdino Rubio Bordes

“Todo es vanidad. Palabras del Predicador, hijo de David, rey de Jerusalén. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” Biblia. Libro del Eclesiastés.”

Entre el año de 1678 a 1684, fue construida en el Palacio de Versalles, Francia, la Galería de los Espejos. Es una obra suntuosa diseñada a indicación del monarca gobernante Luis XIV. Está plantada en un espacio de una longitud de 73 por 10.50 metros. Su objetivo principal fue deslumbrar a los visitantes del Rey Luis XIV.

Regia es su presencia y aspecto, pues tiene 17 grandes ventanas que permiten el paso de luz para reflejarse en 357 espejos puestos frente a frente. Esta galería fue todo un acontecimiento de la época, pues si bien ya existían los espejos, eran pequeños y caros. Al momento en que sus visitas se contemplaban de cuerpo entero, la actitud era otra. La estancia se ornamentó, en un principio, con mobiliario de plata y numerosas estatuas antiguas. También contaba con muebles de madera dorada, que desaparecieron en el tiempo de la Revolución Francesa.

La bóveda, denominada de cañón, se decora con pinturas de Charles Le Brun, en las que se representa el reinado de Luis XIV, impresionante en realidad.

En este espacio, se decía, el rey tenía una especial energía de intimidación con sus visitantes, algunos amigos de la corona ratificaban su lealtad, y a quienes no estaban convencidos, les dejaba entrever que, si ese era su espacio para recibir las visitas, entonces podrían imaginar el tamaño de su ejército, lo que invitaba a la reflexión.

Ahí en esa galería hubo actos destacados durante las diferentes épocas, así, por ejemplo, la celebración del matrimonio de María Antonieta de Austria a sus 14 años con el delfín y futuro rey de Francia Luis XVI, el 16 de mayo de 1770, en un intento de conciliar las diferencias de estas dinastías (El Sacro Imperio Romano Germánico cuyo Rey era Francisco I, padre de María Antonieta y el Reinado de Francia a cargo de Luis XIV) que se encontraban enfrentadas.

También la proclamación del Imperio Alemán (18 de enero de 1871) con el ascenso al poder de su primer “káiser” Guillermo I de Alemania, acompañado de su canciller Otto von Bismarck y que durante treinta años dominaron buena parte de Europa, derrotando a Francia en la Guerra Franco-Prusiana, exacerbando el patriotismo francés hasta la primera guerra mundial, y entonces Alemania tuvo que firmar su capitulación en el Tratado de Versalles, en la Galería de los Espejos, el 28 de junio de 1919, que marcó el fin de la Primera Guerra Mundial.

Pero la vida sigue su curso, y los alemanes se quedaron con un gran malestar por el citado “diktat” y el resentimiento fue creciendo y es Adolf Hitler quien lo encabeza y se alinea para aplastar a Francia, generándose la II Guerra Mundial.

En esta Galería el presidente Charles de Gaulle recibió y ofreció una cena al presidente John Fitzgerald Kennedy y esposa en 1963. De igual forma el presidente Valery Giscard d´Estaing recibió al último Sha de Persia (Irán), Mohammad Reza Pahlevi en 1974.
En 1982, el presidente francés Francois Mitterrand reunió en esta galería a los representantes del G8.

Con 337 años de edad, este edificio histórico, es el símbolo claro del poder: político, económico, social, y también de los estilos. Cuidarlo y conservarlo en su estado original no es cosa fácil ni barata, tiene su costo. Actualmente es un sitio obligado de visita para las personas que desean conocer Francia y que, en sus viajes de turismo, desean observar lo que fueron los aposentos de aquellos reyes, sus ornamentaciones y en sí el propio lugar que es digno de reyes.

Pero ahí también llegaron grandes cantidades de mujeres, con sus hijos y esposos sin trabajo, sin dinero, sin salud, sin alimentos y con hambre, para expresar con su presencia y molestia la falta de consideración y el alto egoísmo de las clases altas o monárquicas de la época.

En esos días el alimento básico del orfebre, campesino, artesanos franceses era el pan, que les representaba en promedio el 50% de sus ingresos, por lo tanto, las extravagancias de la monarquía y la indiferencia, la arrogancia e insensibilidad, dieron como resultado la Revolución Francesa, que tuvo como ideales, no los únicos, pero sí los más aceptados: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Algo así como que queremos ser libres y no esclavos o súbditos; iguales, como ciudadanos, y fraternos, porque no queremos la guerra. Y el curso de la vida se encargó de demostrar lo difícil que ha sido cumplirlo.

La reflexión para esta ocasión la dirijo hacia la necesidad de que en el arte de gobernar se necesita, conocimiento, sensibilidad humana, valores como la honestidad, humildad de ser consciente de que, quien trabaja para la administración pública es un empleado público, no el dueño de los recursos del estado y disponer de ellos arbitrariamente, pues estos hechos hacen la triste realidad de escabullir la ley, construir cadenas de complicidad con férreas lealtades y el destino de millones de personas dependemos de esas, que toman las más sorprendentes decisiones, que en no pocas ocasiones, lo hacen para satisfacer sus vanidades. Por lo que también, para la construcción de un gobierno, se necesita la expresión y participación ciudadana, por lo menos para exigir buenos resultados de quienes elegimos para gobernarnos.

Nos saludamos en la próxima
Galdino Rubio Bordes garubo58@gmail.com