Jesús Cruz Fernández

La primera ley del universo es el orden, eso lo podemos ver fácilmente en nuestro sistema solar, como los planetas giran al redor del sol, la precisión de los tiempos que tiene para sus movimientos de rotación y traslación, las distancias que guardan entre sí para que no choquen. Nuestro planeta tierra, es un caso especial, la distancia del sol, la atmosfera que no permite que nos dañen los rayos del sol, aunque actualmente se esta rompiendo por tanta contaminación y el agua que hacen posible la existencia de la vida de los plantas, animales y seres humanos.

A semejanza de nuestro sistema solar, el cuerpo del hombre también esta conformado por diferentes sistemas: sistema circulatorio, sistema nervioso, sistema digestivo, sistema reproductor, entre otros que en su conjunto conforman 12 sistemas en el cuerpo humano.

En hombre existe una articulación entre el pensar, sentir y actuar. Por ejemplo, podemos pensar en un plan, en una meta o un proyecto. Eso nos permite pensar, en donde, cuando, como, porque y para que haremos lo que planeamos. Al imaginar sentimos la sensación de estarlo haciendo y por lo tanto se generan sentimientos emociones, que nos empujan a poner en marcha nuestros proyectos. Y si somos perseverantes, mantenemos el entusiasmo, la emoción, estos sentimientos serán los que nos impulsen para seguir adelante y mantenernos en acción hasta lograr nuestros propósitos.

Todo lo que pensamos se genera en la función del cerebro y lo que sentimos lo percibimos en el cuerpo. Cuando sentimos estrés parece que el pecho nos oprime, la alegría en cambio nos hace sentir ligeros, casi como si volásemos, el miedo nos revuelve el estómago, la ira puede sentirse cuando sube la sangre a la cara y en los puños.

No debemos negar nuestras emociones, que son reacciones naturales de nuestro ser y nos ofrecen información muy valiosa, pero sí podemos ser más conscientes y contar con recursos para redirigir nuestras emociones o sobreponernos a la adversidad cuando sea necesario.

Es importante resaltar también, que el cuerpo influye en lo que sentimos y pensamos, es decir en forma inversa. La postura, la tensión muscular y la manera de movernos nos pueden indicar el estado emocional o como se siente una persona, la expresión facial y los gestos denotan alegría, tristeza o enojo.

Las investigaciones más recientes de la psicóloga social Amy Cuddy sobre lenguaje no verbal o el lenguaje corporal, nos revelan que podemos cambiar nuestra propia química simplemente cambiando nuestra postura corporal.

El cuerpo erguido, la cabeza hacia el frente, los brazos hacia delante o apoyados en las caderas… Son gestos que implican una amplia ocupación del espacio, señal de ausencia de miedo. Un cuerpo encogido, la cabeza agachada y los brazos cruzados, son indicativos de temor o miedo.

La testosterona es la hormona del poder (a niveles altos crea sensación de seguridad) y el cortisol es la hormona asociada al estrés. Sabemos que las personas con capacidad de liderazgo suelen caracterizarse por un alto nivel de testosterona y un bajo nivel de cortisol.

Se ha comprobado que nuestro cuerpo puede cambiar nuestra mente. La postura que adoptemos, nuestra comunicación no verbal, influye significativamente en cómo nos sentimos. Por tanto, tenemos en el cuerpo un aliado para influir en nuestro estado emocional.

Para ello primero debemos auto observarnos, ser conscientes de nuestras emociones y ver las reacciones o emociones que están produciendo en nuestro cuerpo, corregir nuestra postura corporal, cambiar los gestos o actitudes de nuestro rostro van hacer posible que nuestra forma de pensar y sentir cambie. El cuerpo erguido, cabeza en alto, y la sonrisa son acciones básicas para comenzar.
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