Raúl García Gutiérrez

“En el centro en el que estoy llegaron las vacunas hace una hora. Soy el número 248 de la cola. Hay buena vibra en la cola. Es el México de siempre.”

Así se sorprendió el periodista Sergio Aguayo al acudir a vacunarse en la alcaldía Magdalena Contreras, en la Ciudad de México, donde reside y descubrir que tenía que hacer fila para recibir la vacuna contra el temible Covid-19.

En el “México de siempre”, los ciudadanos comunes y corrientes hacemos fila para comprar tortillas, para entrar al cine, para usar el cajero automático, para inscribir a tu hijo en la escuela; en fin, para un sinnúmero de actividades diarias.

Rubén Aguilar, vocero del expresidente Fox (¿se acuerdan del: “lo que el Presidente quiso decir…?) también acudió a vacunarse. Muy a su estilo narra las cuatro cuadras de fila que había cuando llegó. Fiel a su pensamiento y principios neoliberales, critica la logística implementada. En los tiempos en que fue vocero de la presidencia, nunca hubiera hecho fila.

En el México de la Cuarta Transformación todos los ciudadanos somos iguales. No hay privilegios. El Presidente no fue el primero en vacunarse. Las otrora élites “intelectuales” siguen extrañando el país de privilegios.

Olvidan que contribuyeron al empobrecimiento de millones de mexicanos, mientras ellos disfrutaban de las dádivas y los privilegios del poder. Ya olvidaron cuando los gobiernos que ellos alabaron, inyectaron agua destilada a niños con cáncer.

Hasta el pasado 17 de febrero se habían aplicado 1,058,139 dosis de vacunas en México, de acuerdo con los datos proporcionados por la Secretaría de Salud Federal. Muchos auguran que no se cumplirá con la meta o que se llevará años en terminar de vacunar a todo el país.

El esfuerzo que se está haciendo es mayúsculo, si tomamos en cuenta la dispersión y difícil acceso a muchísimas comunidades de nuestro querido México. Hasta el más recóndito lugar llegarán las “Brigadas Correcaminos” para asegurar que nadie quede sin vacunar.

Pero los “intelectuales” acaban de descubrir el rayo quemante del sol, el cansancio, la sed, las sombrillas, los banquitos y todo aquello con lo que el pueblo “de a pie” conoce desde tiempos inmemoriales. Y eso que ellos eran “los representantes del pueblo”.

Saltarse la fila es algo a lo que están acostumbrados quienes ostentan algún cargo o representación. Ahí están los múltiples casos de directores de hospitales y líderes sindicales que lo han hecho para obtener la vacuna. La mayoría ya están separados del cargo o inhabilitados, pero hay otros que aún no reciben la sanción correspondiente.

Y así, de esta forma se va descubriendo “quién es quién” dentro de nuestra sociedad. Quien extraña los privilegios de antaño y quien sabe que, hacer fila es necesario para recibir un beneficio, para hacer un trámite, para solicitar tu visa o para obtener algo de dinero en el cajero automático.

Por cierto, otras personalidades como Enrique Guzmán, Tomás Mojarro y Federico Arreola se vacunaron sin mayores quejas sobre el servicio. Arreola incluso mencionó que le fue ofrecida la vacuna en Estados Unidos, pero prefirió esperarse a ser vacunado en México y no saltarse la fila.

La vacunación para los adultos mayores continúa en todo el país, en los municipios y alcaldías con mayor marginación y alto índice de letalidad. Después del personal médico de primera línea, el gobierno cuida a la población más vulnerable, nuestros ancianos.
Por cierto, tengan confianza en las vacunas, no son de agua.
Los leo con gusto (pero hagan fila).
raugargut@gmail.com