Nuestro sueño de transformación que se inaugura con la entrada al poder de la 4T arrancó con la fiesta y las fanfarrias. 1° de diciembre de 2018. Al verlo con un poco, apenas pocas decenas de meses, 27 y contando, la fiesta ha quedado atrás y los números, esos datos duros a los que ningún régimen puede escapar, no son favorables.

Esto no invalida que definitivamente el cambio era una necesidad y la base electoral consiguió mayoría incuestionable, mucho menos invalida la ideología y los puntos fundamentales del movimiento que la vio nacer.

Lo que nos indica es que ese sueño cuesta vidas, muchas vidas. Comenzó con la crisis de desabasto de medicamentos y la desmantelación de los sistemas de salud desmembrando la organización del Seguro Popular antes de que se contara con la forma y fondo de los nuevos servicios sanitarios. No olvido la frase de la renuncia de la Autoridad del IMSS: “La gente se nos va a morir en las calles.”

Siguió con los índices de violencia que han escalado -contrario a lo que se esperaba- los homicidios han cobrado dimensiones gigantescas. Se suma la violencia hacia las mujeres y la apatía del Estado ante ella y que los mecanismos que se han puesto en marcha para contenerla y evitar la muerte de mujeres e infancias. La pandemia no ha ayudado para nada.

Nos acercamos en números oficiales al millón de decesos. Pero sin duda hemos tenido muchos cientos de miles más que no forman parte de esa cuenta, que han muerto en sus hogares, que no han sido incluidos ni registrados.

El hecho de que la SEDENA esté a cargo de la seguridad ciudadana es un problema que no se puede ver más que mayúsculo. Los números no mienten y los muertos menos. En los enfrentamientos que reportan en sus propias fuentes hay docenas de muertos civiles y apenas 1 o 2 bajas de militares. El Ejército no tiene una política de arrestos, el Ejército existe y aplica la Fuerza que mata, la que convierte a una persona en cosa, en un cadáver.

Las fuerzas castrenses no tienen el objetivo de detener al crimen organizado, están en la nómina. Pueden aliarse con unos u otros, pero es la danza de los millones lo que mueve a los militares.

No es de gratis que sean el único sector que ha visto su presupuesto triplicado y sus funciones ahora son mucho más amplias. Estan dentro del esquema de los macro proyectos, el tren maya, el aeropuerto de santa lucía, y eso hace que la promesa de bonanza en empleos para el pueblo decrezca.

El haber dejado aduanas en sus manos es abrirles la chequera de todo lo que entre o salga del país. La creciente devoción del Ejecutivo por el ejército responde a que es primordial tenerlos en el bolsillo (literal) y con la correa corta. Se comienzan a escuchar cosas como que un alto porcentaje de la población mexicana y el gobierno del país del norte no verían con malos ojos un gobierno militar. ¿Será tanto el servilismo de AMLO a la SEDENA que realmente los invite al juego electoral?

Sería un retroceso porfirista una cosa así y el mismo General Díaz se desmarcó de los militares asumiendo la eterna presidencia que llevó al país a la revolución.

Otro fue el ex presidente Lázaro Cárdenas pero no estaba activo cuando asumió la presidencia y se cuece aparte ya que lo que el porfiriato no logró por favorecer a la oligarquía y no a las masas Cárdenas tuvo una política exterior incluyente y con una visión prematura de las pautas de los Derechos Humanos cuando abrió las fronteras a los republicanos, los niños de morelia, los movimientos magisteriales, la expropiación petrolera.

El dinero se generó en egresos que brindaron bienestar real con el impacto de los ingresos de millones de mexicanos.

La 4T la tiene más dificil que los anteriores ejemplos. Simplemente porque ni Porfirio Díaz ni Lázaro Cárdenas tenían que velar por 130 millones de mexicanos.

Al cierre de esta columna nos faltarían 521 días para que la vacunación alcance la inmunidad de rebaño en nuestro país. Apenas se cuenta con un 4 por ciento de la población vacunada con primeras dosis. Necesitamos llegar al 70 por ciento para lograrla.

Sin duda tener un índice de mortalidad alta por Covid indica un mal manejo de la pandemia y la medida de vacunar es un mecanismo lento y no hay la capacidad de vacunar más rápido ni contamos con la existencia de las vacunas para hacerlo.

La 4T puede ser todo menos culpable, la constante ha sido achacar la culpa a quien sea que no sea la 4T. Puede contar con aprobación el presidente López Obrador, pero eso no indica que su transformación se esté dando ni que esté paliando los muchos retos de México. La 4T está fallándole a México al no poder garantizar el más elemental e importante derecho humano: El derecho a la vida. Hasta ahora su Necro política ha sido simplemente el genocidio mexicano más grande y extenso de la historia.