Lorena Patchen
En algunos momentos de la vida escuché a mi abuelita materna decir: “Si tu mal tiene remedio, ¿para qué te afliges?… y si no tiene remedio, ¿para qué te afliges?
Y es cierto. Desde el momento en que nacemos si algo seguro hay en el camino es que algún día habremos de morir, y nos cuesta tanto admitirlo que es en lo que menos querernos pensar, porque pensarla o hablarla genera temor, por eso suele evitarse el tema, aunque sería conveniente tener una idea de cómo llevar la vida en orden para que cuando tengamos que partir las cuestiones prácticas de la vida queden en orden.
Somos finitos, saberlo es una invitación a bien vivir, a evitar complicarnos con situaciones, personas, recuerdos, hábitos que no aportan estabilidad emocional y tranquilidad mental.
En momentos de dificultad cambian todas tus prioridades, y tal vez te das cuenta de cómo has dejado pasar la felicidad o incluso, cómo la has saboteado algunas veces.
Esta predisposición para estar bien o para no estarlo tiene que ver con la programación mental que se ha construido a través de nuestras creencias, de lo que crees acerca de ti mismo, de la vida, de la gente, de todo. Somos un mundo de creencias y estas creencias determinan nuestro comportamiento en el día a día, siendo tan importantes que al final determinan nuestra calidad de vida.
Si nuestro sistema de creencias es positivo, proactivo, está enfocado en los aspectos sanos, creativos, lúdicos, si aprendemos a ser resilientes y si tenemos una autoestima sólida que nos lleva a cuidarnos y sentir un genuino amor propio, obviamente tomaremos mejores decisiones, no daremos espacio permanente al enojo, al miedo o a la tristeza, y nuestra salud física y mental se beneficiarán de esto.
Si construimos y mantenemos vínculos amorosos, no se requieren tantos, 3 o 5, pero fuertes y armoniosos es enriquecedor para nuestra vida.
Un día me dijeron que la vida es muy generosa y así también lo creo, estoy convencida que continuamente nos brinda una y otra oportunidad, que hemos sido hechos con un inmenso potencial humano repleto de recursos emocionales y cognitivos, que nos permiten salir adelante en casi cualquier circunstancia, y que es desde nuestra inteligencia emocional desde dónde podemos hacer las elecciones más convenientes de nuestra vida y una de estas grandes decisiones es vivir sin complicaciones, evitar engancharnos con lo que no aporta, alejarnos de lo que resta, distinguir a qué darle importancia, elegir bien nuestros vínculos importantes y hacer que sean sanos para todos, no ser tóxicos con nuestros pensamientos, enfocarnos en las soluciones… Aprender a fluir responsablemente con la vida y disfrutarla.
Enfocarnos en crecer personalmente, en compartir con otros lo que tenemos, lo que sabemos, lo que somos, dejarnos enriquecer por la presencia de los que amamos, reírnos más, relajarnos, transitar por el mundo con entusiasmo, con determinación y alegría.
Confiar en la gente que lo merece, expandir nuestra gratitud, ser sabios y generosos para reconocer, como dice el refrán que mencione al principio: qué tiene remedio, qué no y qué depende de nosotros.
Solo se vive una vez. Hagamos de nuestra vida un himno a la vida… ¿Lo pensé o lo dije?
@Lorepatchen
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