“No hay pierde, cuando la gente pelea nadie gana, todos pierden”.

El reciente proceso electoral nos ha traído una serie de reflexiones y en especial, desafíos, que nuestra aún joven democracia debe enfrentar.

Es de celebrarse que los ciudadanos saliéramos a votar y expresar nuestra voluntad. Desde la primera hora hábil, hubo una asistencia distinguida para sufragar. Las filas en algunos casos fueron cortas, en otras más asistidas, pero ahí estaba el entusiasmo y voluntad de hacerse entender por medio del voto.

Para algunos, su voto, significó la continuación del proyecto iniciado por el presidente, identificado como cuarta transformación.

Para otros, es la necesidad de decir NO al proyecto de país de una sola persona. Proyecto que solo considera e integra a sus simpatizantes y desprecia y frecuentemente ofende y agrede a quienes no piensa como el presidente. Que no están de acuerdo con sus decisiones unipersonales y autoritarias.

Expresado de manera muy clara por el reportero Carlos Loret de Mola, nos dice que el país está dividido, que es así como el presidente se siente cómodo, pues la unidad nacional, no es su aspiración, ha hecho, en tres años, la división del país en dos partes. Es el escenario cómodo para los gobiernos populistas.

Los hechos hablan por sí mismos: López Obrador se ha desentendido de la violencia; el manejo con la pandemia nos ha expuesto ante el mundo como decepcionante, con medio millón de muertos, por su mal manejo; esta administración se olvidó y dejó a su suerte a los niños con cáncer y con falta de medicamentos para muchos otros padecimientos; por respuesta al feminismo, les dio la espalda; la pobreza ha aumentado como también el desempleo. Cientos de miles de micro, pequeñas y medianas empresas desaparecieron y con ellas el empleo. No así las empresas del empresario íntimo y consentido del régimen, Don Ricardo Salinas Pliego y quizá algunos más. Excluir del proceso de vacunación prioritario al personal médico, paramédico y demás del sector privado, nomás porque lo mando yo, y la dilapidación de dinero en proyectos de infraestructura, seriamente cuestionados por sus supuestos beneficios.

Con estos razonamientos, muchos ciudadanos salieron a votar y el festejo de los resultados, como se presentó hace tres años, quedaron muy distantes.
Y la pregunta surge: ¿ahora qué sigue?

Pues hacer una correcta y obligada lectura de los resultados. Nuestro presidente debe observar y atender la voluntad ciudadana. Entender que su proyecto está excluyendo a millones de personas, que en las urnas se lo expresaron. Necesario es, en consecuencia, construir un proyecto de nación, incluyente, posible y alcanzable que ampare a todos los mexicanos, especialmente en paz y en armonía, con respeto a las diferencias y con aceptación en las coincidencias. No puede ser un proyecto de una sola persona.

Urge detener, ya por lo menos moderar, la tendencia de confrontación, que, de seguir en esa forma tan desmedida, fuera del marco de respeto a la ley, y con abuso del poder, puede conducir a una confrontación civil, de graves consecuencias, con el correspondiente retroceso en el desarrollo y bienestar de nuestra nación.

Dada la proclividad de nuestro presidente de resaltar el peso que en su conciencia le refleja el actuar del inolvidable y patriota presidente de nuestro amado país, Don Benito Pablo Juárez García, cito el mensaje que un 15 de julio de 1867 expresara, al finalizar la guerra de la segunda invasión francesa, que finalizó con el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo, Gral. Tomás Mejía y Gral. Miguel Miramón:

Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y a consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios, será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. «Entre Los Individuos, Como Entre Las Naciones, El Respeto Al Derecho Ajeno Es La Paz.

Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia de las comunidades de la guerra, cooperaremos en el bienestar y la prosperidad de la nación que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes, y con la obediencia a las autoridades elegidas por el pueblo…

La reflexión de esta ocasión.
La democracia tiene su poder en la voluntad del ciudadano, no en los políticos. Los actores principales en la democracia somos nosotros, las simples y comunes personas, que cumplimos nuestros deberes. No son los políticos. De ahí la importancia de conocer el poder que representamos y dadas las condiciones nacionales de nuestro país, estemos alertas y participemos para exigir a nuestros representantes y los responsables de nuestro gobierno, que se cumpla la ley y nuestra voluntad para ejercer un gobierno republicano, incluyente, con desarrollo y progreso para todos.

Por cierto: Los votos de la oposición fueron más que los votos del gobierno, por tanto, queda claro que el gobierno no ganó. No obstante, viene el ya muy conocido proceso de los acuerdos y las alianzas, en los que, es deseable, los actores honren su palabra y ofrecimientos en campaña y se comporten con un poco de dignidad, decoro, y respeto, al ciudadano que le dio su voto. Por supuesto, si no es mucho pedir.
Reciba mis cordiales saludo.
Galdino Rubio Bordes spgrb19@gmail.com