Salvador Franco Cravioto
El conocimiento hace sufrir y aquel que hace crecer su conocimiento hace crecer su sufrimiento
Umberto Eco
Recientemente visualizábamos un artículo de divulgación que documenta a 2021 cuales son las 10 carreras con mayor desempleo en México (IMCO, 2021). Honestamente había algunas que por sentido común y cierto conocimiento esperaba en ese ranking como por ejemplo ciencias políticas -la número 1 y con mayor desocupación-, diseño gráfico, comunicación y periodismo, sociología o antropología, pero también había otras no me las esperaba y me sorprendieron, como por ejemplo las ingenierías química, civil o arquitectura, o las licenciaturas en finanzas, banca y seguros.
Esto me llevó a pensar como profesional y crítico de la educación que algo está francamente mal en México y que no hemos podido conectar con éxito al sistema educativo de nivel superior con las oportunidades reales de empleo, ocupación o emprendimiento que hay en la sociedad; esto aunado a nuestra obsesión social y política por la titulitis como falsa panacea del éxito, lo que me llevó a recordar el caso de éxito de Alemania, donde una carrera técnica nivel bachillerato o un oficio certificado por competencias tienen exactamente igual valor social y al mismo tiempo buen incentivo económico que una licenciatura.
Que en México por su condición de país periférico faltan oportunidades laborales de calidad para tener un adecuado nivel de vida eso es cierto. Lo que aun no podría determinar con precisión es si la culpa es de la economía, del sistema educativo o bien de ambas realidades sistémicas que simplemente no conectan ni se ajustan eficientemente una con la otra.
El hecho que me resulta claro es que la economía en su actual versión capitalista y globalizante no va a cambiar. Por el contrario, tiende a mejorar y a empeorar al mismo tiempo las diversas realidades -según el ojo de quien las viva o analice-, en donde para algunos fomentará mayores oportunidades y para otros incrementará notablemente las desigualdades. Luego entonces lo que parece que se tendría que adecuar es la educación formal, que tiene que ponerse a revisión de fondo y de raíz, con una perspectiva mucho más realista y menos romántica que además pueda ser aceptada y avalada por los poderes económicos, pero que al mismo tiempo sea lo más ética posible y nos beneficie a todos.