Galdino Rubio Bordes
“Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura al fascismo”. Albert Camus
“Los verdaderos fascistas quieren aniquilar a todos sus enemigos y luego crear una sociedad radicalmente nueva.” KEN FOLLETT
“Uno de los medios de los que se sirve el fascismo para actuar sobre el hombre es la total, o casi total, ceguera. El hombre no cree que vaya al encuentro de su propia aniquilación. Es sorprendente que aquellos que se encontraban al borde de la tumba fueran tan optimistas. «Vida y destino» (1980), Vasili Grossman
Las condiciones impuestas en el “Tratado de Versalles” dieron al pueblo alemán una enorme sensación de humillación en su derrota, ante las potencias que exigieron la firma del acuerdo.
A manera interna, los alemanes enfrentaron una serie de asuntos domésticos, que, aunados a las fallas geoestratégicas militares, terminaron la guerra con un armisticio. Se acusaban de que los civiles no acudieron a cumplir con la “llamada patriótica” en el momento crucial de la guerra, en la que el duro e inflexible ejército alemán daba todo por su nación.
Adolf Hitler identificó estos elementos y los estructuró como parte de la base política inicial del Partido Nazi, mayoritariamente compuesta, en sus principios, por lo veteranos de la Primera Guerra Mundial.
Padeciendo de una ceguera temporal, en una cama en el Hospital, Hitler, escuchó un mito identificado como la “leyenda de la puñalada por la espalda”, dada al ejército alemán. En esta leyenda se atribuía que algunos “elementos” habrían “saboteado el esfuerzo bélico” o hecho un “complot”, a propósito, y cuyos responsables eran los izquierdistas y judíos. Con esto se fue educando Adolf Hitler sobre las causas de la guerra y la derrota y lo tuvo presente hasta el último momento de su vida.
El fascismo identifica al sistema sociopolítico, nacionalista, militarista y de carácter totalitario, creado por Benito Mussolini en el año de 1921 y que vio su fin al igual que la segunda guerra mundial en 1945.
El Nazismo es la justificación ideológica del fascismo: a través del nacionalismo posiciona en el consciente colectivo, el defender la nación, pues, ésta, se considera única; esto le confiere, un nivel de superioridad; nace la idea de la eugenesia y se convierte en una argumentación principal; a la familia se le ubica como el núcleo de la nación; así se ideologizan las decisiones y el estado nazi norma, organiza y distribuye los roles de sus integrantes, para atender las necesidades del estado.
Estructurado así, el Estado tiene un solo líder y se convierte en el ejemplo claro del totalitarismo, lo que hace que el Estado, es decir, el líder, domina todas las áreas de la vida pública y privada, por medio de un absoluto y férreo control, contenido o no en la ley, basta con que el líder lo mande para que se haga.
El Estado, de hecho, unifica todos los poderes y lo somete a un solo sector político y a su ideología. De esta manera, con todo el poder político y económico a su disposición, dicta y arbitra las leyes; dirige al poder militar; regula la economía; controla la educación y los medios de comunicación; opina y norma sobre la vida privada (1); fustiga a sus adversarios con la finalidad de eliminar toda oposición política; se hace intolerante con opiniones contrarias a la suya. En resumen, si no estás conmigo, estás en mi contra.
Mostró un sistema antiparlamentario, pues de facto, rechazó la forma democrática de elecciones por mayoría, pues consideraba que el líder y el partido tienen la autoridad absoluta.
Mención especial la ocupa el financiamiento del Nazismo. Su economía funcionó de forma mixta, entre capital privado y estatal. La razón fue simple. Los empresarios, también alemanes, sentían en carne propia la ofensa y humillación de la derrota de la Primera Guerra Mundial y aportaron su colaboración al proyecto nazi, para rehacer y construir una mejor Alemania y los empresarios extranjeros, vieron cómo hacer prosperar sus negocios.
Y el hecho claro de las compañías, fue que muchas de ellas tan populares que conocemos hoy, hicieron su papel participante con la Alemania Nazi bajo un lema: son sólo negocios, como sucede con todos los gobiernos.
De esto hablaremos en la próxima entrega.
La reflexión de esta ocasión.
Los alemanes vieron en el nacionalismo una opción viable y alcanzable, venían de una seria crisis económica y política y sentían la necesidad de un guía, en quien confiar, más que de un gobierno. El führer había hecho una propuesta nacionalista y la aceptaron. No obstante, la búsqueda de espacios vitales, el antisemitismo, el desprecio por las democracias y el sistema comunista, la intención de ser los líderes mundiales, hicieron el marco adecuado para que las demás naciones rechazaran tan descabelladas aspiraciones, que finalizaron con una absoluta tragedia en el pueblo alemán.
De las lecciones que debemos aprender, sin duda alguna, es que actualmente no se puede gobernar un país, ni mejorar su desarrollo con una sola persona, con sueños de despreciable dictador o mezquino caudillo.
Vivimos tiempos diferentes a esta doctrina que finalizó hace 76 años y que ocupa ya su lugar en la historia, como el comunismo. El sistema que debemos elegir es el de la participación ciudadana, que se ocupe de conocer, aunque sea de forma mínima, quienes forman su gobierno y cuáles son los problemas. Desde el voto democrático, hagamos la parte que nos corresponde expresando nuestro sentir, a quien nos representa, sobre las situaciones que nos disgustan.
En nuestro país, cada día se observa tener un país dividido, confrontado, y al parecer sin rumbo ni certeza en nuestro desarrollo. No sabemos hacia dónde vamos. Las reiteradas quejas de la administración pública federal actual, de que todos los males son producto de las pasadas administraciones, se reducen a una simple situación: si saben que fueron corruptos, respeten su juramento de hacer cumplir la ley y abran los procesos correspondientes contra las personas que señalan de corruptos y traidores. Caso opuesto, serán solo demagógicos discursos, por su falta de capacidad de demostrar en los hechos, los supuestos que en el discurso expresan.
El autoritarismo y el totalitarismo, por naturaleza son despreciables. La democracia puede tener muchas fallas, pero es, con toda seguridad, el mejor sistema de elección de nuestras autoridades.
Por cierto, resulta perturbador que, en el mes de mayo de este año, se registraron 2 mil 963 asesinatos u homicidios dolosos, que equivale en promedio a casi 100 personas por día. La respuesta oficial de nuestro Presidente es que se debe a los “ajustes de cuentas” entre grupos delincuenciales y la pregunta obligada, entre muchas es ¿ya con eso duermo tranquilo? ¿No hay una ley que debe de procurar erradicar la delincuencia organizada? O será que el estado ha renunciado a esa obligación.
Decía Ana Frank. “sigo creyendo que la gente tiene buen corazón”. Y usted que piensa.
Recieba mis cordiales saludos. Nos leemos en la próxima.
Galdino Rubio Bordes. spgrb19@gmail.com