Jorge Esqueda

Conforme sigue y se mantiene la pandemia de SARS-CoV-2 a través de la mutación de este coronavirus, el mundo continúa enredado en la vacunación: con todos aquellos que rechazan protegerse o seguir medidas básicas, con la insuficiencia de las vacunas para toda la población mundial y, ahora, con la polémica sobre vacunar o no a los menores de 18 años de edad.

En conjunto, esas tres realidades mantienen espacios amplios para que muchos se contagien de Covid19, lo que hace inacabable esta pandemia, sin contar con una cuarta realidad que pronto estallará: la vacunación de refuerzo, ya habitual en la influenza por ejemplo.

Que muchos no quieran vacunarse parece increíble ante el hecho de que es raro encontrar a alguien que no conozca a un afectado, incluido que haya muerto. No se trata de un asunto de libertad personal, sino de irresponsabilidad social.

La insuficiencia de vacunas parte de que la capacidad de producción no ha aumentado conforme lo exige la pandemia. Esta es una de las causas centrales de que la entidad que lleva vacunas a los países más pobres, COVAX, haya ajustado a mil 425 millones de dosis los dos mil millones previstos para este año, cifra que ahora pretende cumplir en el primer trimestre de 2022. La laguna está en la falta de acción gubernamental para producir más vacunas.

La tercera realidad es la de los menores de 18 años de edad, donde los expertos diferencian entre los de menos de 12 años y los mayores de esa edad. Para el pediatra e investigador español Manuel Gijón que prueba la Pfizer en menores de 12 años y ha encontrado que es segura, reconoce que en los infantes contagiados los síntomas son leves, la tasa de hospitalización es baja y los decesos son marginales, pero subraya que un niño enfermo no solo demanda atención de su familia, sino que puede mandar a casa a su grupo escolar, por lo que la decisión es también por sus efectos sobre los grupos en los que está el enfermo.

Debe considerarse que ahora esta infección va a la alza entre los menores de 18 años, y en Estados Unidos por ejemplo la asociación de pediatras estima que uno de cada cuatro nuevos contagios corresponde a ese grupo de edad.

Pero la vanguardia ha correspondido a Cuba, reconocido por sus avances en investigación científica médica, que decidió vacunar a niños de tres a 18 años de edad, y a los de 12 a 24 meses bajo criterios específicos determinados por su Grupo Nacional de Pediatría.

La vacunación se ha hecho con productos desarrollados en la isla, Soberana 02 y Soberana Plus, y a través de programas televisivos especiales, expertos del Instituto Finlay de Vacunas señalaron que ambas parten de plataformas ya probadas por años en millones de niños, como la correspondiente a la influenza o la pentavalente.

Cuba inició este septiembre su campaña de vacunación desde los dos años de edad, con las metas de que toda su población tenga al menos una dosis este mismo mes, y que para noviembre el 92.6 por ciento de su población tenga ya las dos dosis necesarias.

Pero no es el único. Chile se unió a la vacunación por el riesgo de que se den casos graves y porque el número de contagios en ese grupo de edad ha aumentado en las semanas anteriores. Además, los especialistas chilenos señalaron algo obvio: con infantes vacunados se frena la propagación del coronavirus, es decir, se ayuda a proteger al resto de grupos de edad.

En resumen, la Covid es una enfermedad social desde su contagio y conforme se ha ido protegiendo a las poblaciones adultas, el coronavirus se ha movido hacia los grupos más jóvenes. Vacunarlos ahora sí podría contribuir al combate de esta enfermedad, que sin embargo, parece que será difícil arrinconar mientras no se aumente la producción de vacunas, sobre todo para los países más pobres.

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