Griselda Lira “La Tirana”

 

“…todo el ambiente huele a mar”
La Maldita Vecindad.

Ahí está David, el artista, el músico que se deleita bailando en bolas joviales, vestido en lino transparente, sudando la gota gorda de la danza, el cuerpo salado de guerrero, emperador de la masculinidad, sin saber que está destinado al adulterio conmigo y después, al arrepentimiento, enseñanza que nos servirá a toda la humanidad monoteísta que queremos hacer el bien, pero es el placer vestido de arte el que se presenta. Uno es débil, barro agusanado, no mármol tallado. “Aquella negra noche de mi mal”, de mi herida que sigue respirando y hace ruidos en la noche.

El vato embruja el alma con ese baile que se trae; mientras yo, sublime sacerdotisa, visionaria, aspirante a Nostradamus, estudiante de pergaminos antiguos y en abstinencia sexual tipo la serpiente emplumada, tan solo por el gusto de retar al establishment liberal y a sus anti-edipos, lo observo desde lejos. Saco la libreta de notas etnográficas, hago unos dibujos, pongo aquí, pongo allá, me siento Levi-Strauss, evito que se me moje el calzón usando la mente de Solin.

Me estoy quedando ciega por tanta lectura, pero para este espectáculo único, todavía puedo ver y lo que contemplo es una escena que se plasmará, de acuerdo con mi parecer de escritora raquítica, es decir, sin fama, sin premios literarios, sin reconocimiento social porque escribo pura lujuria privada, porquería, seducciones que tienen lugar en mi imaginación de adolescente nerd, antisocial y rebelde, otrora punk, viajera con Asperger y hombreriega de tiempos cuánticos. Hoy aquí, actuando mi papel de la adicta Cleopatra hasta el gorro con las dosis de opio, mañana, durmiendo en el establo de un granjero.

– Ay no mames te rifaste con esos tres párrafos; creo que escribes mejor cuando estás en tu modo irreverente y clandestino, pero es tu estado ideal porque, en realidad, eres detestable cuando estás en tu actuación de purificador de aguas negras. Trapito para mesas de antro. Jodona caga vergas y farisea de pared blanqueada.

Gertrudis, trae más vino por favor, esos comentarios no me lastiman, entiende, ya no tengo sentimientos, estoy muerta por dentro, no le creo nada a los hombres; el acoso o como en la actualidad definen al no me toques soy de cristal, y sus enunciaciones subyacentes so pretexto de acciones legales en favor del malcriado; no traspasan mi carne, mi abuela decía, soy maguey curtido, los balazos que me dejó la revolución sirven para la casa de una araña. Lord Byron te bendiga labia de poetisa fracasada.

Ciertamente puedo definir a David como mi ideal de hombre; encantador, cachondo y fuerte, especie espiritual a la que busco bajo las hojas de este otoño, frente al mar, me concibo suya en un renacimiento, en una nueva piel que grita te amo.