De una forma o de otra, en algún momento de la vida hemos hecho un drama por alguna razón… o sin razón.

Aclarando qué hay y debe haber una validación de la emoción que experimentas, es real lo que sientes aunque muchas veces no es proporcional al evento por el cual te sientes de esa forma, y esto es lo que vuelve problemática la conducta.

Y en tanto no sea una característica común en el comportamiento puede considerarse solo una situación en la que se excedió en la interpretación cognitiva y la reacción emocional.

Lo que es muy diferente en las personas que parecen disfrutar de la “negatividad”, que se colocan permanentemente en el lugar de víctima, se subestiman, sabotean su bienestar y felicidad, estropean sus relaciones, parece que tienen una gran dificultad para disfrutar, relajarse, relacionarse exitosamente, miran lo que falta y no lo que sí hay para sentirse bien o experimentar gratitud.

Resulta muy difícil complacer a estas personas, ya que muestran una tremenda voracidad y reciban lo que reciban no llegan a experimentar satisfacción por mucho tiempo, pasan de un drama otro, la gran mayoría creados por lo que ocurre en su fantasía, porque aun teniendo oportunidad de alcanzar lo que desean difícilmente mantienen su estabilidad emocional.

Es complicado convivir con una persona adicta al drama, hacen la vida difícil para los y las demás y también ellos y ellas suelen pasarla bastante mal, porque en un alto índice de casos no hay una mala intención al comportarse así, puede ser que al hacer drama se obtengan ganancias secundarias: favores, oportunidades, lástima (con la que aparentemente ganan cierto beneficio), cierto, pero, en el fondo esta dificultad para gestionar adecuadamente sus emociones afecta seriamente la calidad de vida de quien logra concretar profecías autocumplidas, a tal grado que pareciera que el mundo entero conspira en su contra, y aún si alguien decide ayudarle desconfía o sabotea hasta que aún la gente bien intencionada se cansa o aleja, resultando todavía más doloroso para quien tiene dificultades para desapegarse al drama.

Dramatizar se convierte en un hábito, en una conducta adictiva.

Decimos adicción porque literal el drama en el cerebro llega a producir cierto placer, aunque parezca absurdo.

Siendo así como quienes se habitúan a vivir en el drama se las arreglan para que lo que va bien termine mal y experimentar nuevamente esa sensación.

No es que a la gente le guste sufrir, ni que sean masoquistas, cuando no hay una condición orgánica que propicie esta conducta, lo que ocurre es que se han acostumbrado a sobrereaccionar, desconocen cómo estar bien e incluso creen que no lo merecen.

Lo que por supuesto, se deriva de un autoconcepto frágil y negativo, que da lugar a una evaluación muy pobre de sí mismos.

El célebre autor de estudios importantísimos respecto a la autoestima Nathaniel Brandem, decía que “entre mejor autoconcepto tiene una persona más aspira a mejores condiciones en las diferentes áreas de su vida”

Considerando lo anterior, ¿En qué medida el drama es la manifestación del autocastigo derivado de una autoevaluación? ya sea por creencias irracionales relacionadas con la historia de vida, a consecuencia de vínculos que en lugar de nutrir lastimaron, o como resultado de decisiones no tan afortunadas, del abuso emocional durante la infancia y un gran etcétera que pudieron haber originado una devaluación de la imagen que alguien tiene de sí mismo.

La buena noticia es que casi todo lo anterior se supera si se elige el amor propio y se aprende a ser resiliente.

La gente adicta al drama es muy poco resiliente, alguna vez en un programa de radio escuché al psicoterapeuta y tanatólogo Mario guerra decir que “la autocompasión es la antítesis de la resiliencia” y coincido con esta opinión, si no ves tus recursos y como dicen “te tiras al drama” te cierras a las posibilidades para solucionar y superar lo que ocurre, convenciéndote de que sufrir es tu destino o que no puedes o tienes alternativas para salir justo de la situación que tanta infelicidad te provoca.

¿Qué hacer si vivir en el drama es una adicción?

Obviamente, después de reconocerlo, iniciar y apegarse a un proceso terapéutico es excelente opción.

Aprender a mirarse distinto, mejorar el autoconcepto, trabajar en fortalecer la autoestima, practicar la inteligencia emocional… Todo esto ayuda a abandonar la adicción al drama.

Al final, desdramatizar es dejar de exagerar, quitarle el tono oscuro o demasiado grave a las situaciones que no lo ameritan, enfocarse en soluciones, negarse a amargarse la vida y reconocer los propios recursos Y oportunidades para estar y sentirse estable y seguro, asumiendo una mejor actitud ante las circunstancias de la vida.

No es ser cien por ciento optimistas sino saber distinguir que amerita preocupación y tristeza ( y cuanta) y de que es preferible pasar de largo.

Empleando más la inteligencia emocional y el sentido del humor, arropándose de amor propio y abrazar la resiliencia.

El drama lastima, entorpece, desgasta y ahuyenta a la felicidad, se gana más asumiendo una actitud valiente, digna, celebrando la vida con todos sus matices sin perderse de la posibilidad y el derecho a construir una mejor calidad en esta.

Posiblemente no podemos evitar una cierta cantidad de dolor e incertidumbre en nuestro andar por este mundo, incluso, algunas de estas experiencias han sido precisamente lecciones de vida, pero de ahí a considerar al sufrimiento como algo permanentemente inevitable hay una gran distancia, tu bienestar depende de ti, de nadie más, el día que asumes una actitud autoresponsable es el principio de los cambios más relevantes en la construcción de una vida plena… Y esa vida es tuya, tú decides convertirla en una celebración constante o en un drama interminable, ¿lo pensé o lo dije?
¡Abrazos!
@Lorepatchen
Psicoterapia presencial y en línea.