Linotipia
Georgina Obregón
Poca gente me conoció, pero David, la pareja de mi madre, hizo que se volcaran los reflectores hacia mi corta vida al hacerse público que ese sujeto me violó y lastimó tanto mi cuerpo que me causó traumatismo craneoencefálico y paro respiratorio.
Me morí. No soporté tanto maltrato, tanto odio en mi contra, tanta saña, tanto abandono y tanta injusticia.
Yo sé que no me porté mal, que no rompí una taza ni mojé la cama. Yo jugaba con mi muñeca cuando ocurrió todo y nunca en mis dos años de vida había sentido un dolor tan fuerte ni había escuchado cómo se rasgaba mi piel ni cómo crujían mis huesos.
Sí grité y sí lloré y sí pedí que alguien viniera en mi auxilio. No me podía mover, tampoco me alcanzaban las fuerzas para quitarlo de encima de mí: yo era tan chiquita, tan indefensa, tan ignorante de la ruindad de la gente.
Me llevaron al doctor, me intervinieron, me miraron las heridas y me sacaron radiografías; me pusieron oxígeno para que pudiera respirar, un analgésico para el dolor. Sí, cuánto dolor.
El abusó de mí y ello me convirtió en noticia, en hecho lamentable, en conjetura, en estadística y en chismorreo en un país donde, dice la prensa, cada día asesinan a una niña y a mí me tocó mi turno el 22 de noviembre.
Yo era una pequeña que esperaba me hicieran fiesta en mi próximo cumpleaños, que algún día iría a la escuela, que tenía una chamarra rosa con peluche en el gorro, que me quedaba inmóvil cuando escuchaba gritos y que tenía miedo de quedarme sola con David, mi verdugo.
Georginaobregon433@gmail.com: T: @Georobregon
Soy Gissela
Poca gente me conoció, pero David, la pareja de mi madre, hizo que se volcaran los reflectores hacia mi corta vida al hacerse público que ese sujeto me violó y lastimó tanto mi cuerpo que me causó traumatismo craneoencefálico y paro respiratorio. Me morí