Entre los sucesos previstos para este año en nuestra región latinoamericana, figuran tres elecciones presidenciales, en dos de las cuales se avizoran posibilidades de que candidatos considerados de izquierda se alcen con la victoria, mostrando un panorama pocas veces visto.
El primer elemento a destacar es que la vía de fuerza y violencia hacia el poder y de ahí al cambio parece estar descartada en este primer cuarto del siglo XXI. Precisamente este año se cumplirá una década de que fueron firmados los acuerdos de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC).
Pese a su larga lucha, ese grupo fracasó en cambiar por la fuerza al gobierno del país sudamericano, y su inserción en la vida institucional a través de su participación política, no ha sido exitosa. Subsisten pequeños grupos disidentes de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyas acciones han sido reportadas sobre todo en las últimas semanas, como responsables de hechos violentos, pero en acciones donde no queda claro el papel del narcotráfico, de rivalidades entre ambos o hasta del gobierno de Venezuela.
Venezuela, precisamente, ha sorteado los agudos desacuerdos políticos que vive sin recurrir a la fuerza, pero tampoco resolviéndolos. Inclusive Nicaragua o Cuba han estado lejos de la violencia, lo que de ninguna manera signifique avalar la escasa tolerancia hacia la disidencia, sobre todo en la nación centroamericana, donde Daniel Ortega ganó su reelección tras encarcelar a sus contrincantes.
Qué la violencia, sin embargo, tenga una escasa presencia como vía para llegar al poder, de ninguna manera significa que esté ausente de la vida social, donde se hace presente en las relaciones intrafamiliares, en el narcotráfico y demás actividades delincuenciales que subsisten.
Pero candidatos de izquierda, decíamos, podrían asumir el gobierno de su país este mismo año en las elecciones que se realizarán en Costa Rica, Colombia y Brasil, aunque la primera vista a sus candidatos y propuestas, lleva a preguntarse cuál es el contenido actual de la expresión “de izquierda”.
En Costa Rica quien aparece como de izquierda entre los candidatos es Welmer Ramos, aunque su intención de voto es baja y lo superan con amplitud los aspirantes José María Figueres y Lineth Saborío, favoritos para ir a segunda vuelta tras la primera el tres de abril.
Para la izquierda las opciones se centran en Brasil y Colombia, país este que primero realizará comicios legislativos en marzo como preámbulo de las presidenciales del 29 de mayo, en donde de nueva cuenta estará en las boletas Gustavo Petro, quien perdió en 2018 ante el actual mandatario Iván Duque.
Sondeos conocidos el pasado diciembre le dan ventaja en torno al dos a uno frente a sus rivales más cercanos, lo que no garantiza su triunfo considerando que la cita electoral se encuentra a poco más de cinco meses, pero sí un margen cómodo.
De triunfar se trataría de la primera ocasión en que un gobierno alejado del conservadurismo llegara a la presidencia colombiana, y un hito para toda la región.
Ese hito solo sería rebasado si en Brasil Inacio Lula da Silva llega de nueva cuenta a la presidencia en la jornada electoral de octubre, donde su rival incuestionable sería el actual mandatario Jair Bolsonaro.
Pero la presencia del actual presidente brasileño está en duda luego de su internamiento por una obstrucción intestinal al comenzar el año, y que se suma a otros episodios médicos que no permiten darlo como el rival seguro de Lula.
Si ambos llegan a la cita de octubre se trataría de una contienda memorable, pues en muchos aspectos se trata de polos opuestos. El desarrollo de este proceso con seguridad acaparará la atención de los medios y será noticia lo mismo la permanencia de uno que el regreso del otro.
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