Bethel García Vargas

La semana pasada escribía sobre el ataque que sufrió la perrita Leia, aquí en Pachuca, y ese mismo fin de semana se presentó el ataque o riña durante el partido de Querétaro vs Atlas en el estadio “La Corregidora”, en donde al ver todas las imágenes, videos y leer las narraciones de lo que sucedía, sentí coraje y tristeza. ¿A qué grado de violencia hemos llegado?

Si bien es cierto que diariamente se sabe de personas que en el país mueren personas a causa de accidentes o por acciones del crimen organizado o por la violencia entre los cárteles, pero ¿cuándo se había visto o escuchado que durante un partido de futbol familiar se diera un ataque de la magnitud del que se vivió la semana pasada en Querétaro? Se ha sabido de riñas fuera del estadio, entre los aficionados, pero atacar a otros con palos, cadenas, navajas y hasta butacas y la saña con la que fueron heridos de gravedad los aficionados rojinegros, simplemente por portar la playera de su equipo favorito.

La coordinación que se vio al rodear a la barra del equipo visitante, las facilidades que les dio la propia seguridad del estadio para ingresar a una zona exclusiva para los aficionados del otro equipo, pareciera una estrategia diseñada desde mucho antes y no solo el ataque se dio por “el calor del momento” como se aseguraba al inicio de los hechos, afortunadamente y de acuerdo a las declaraciones que dieron las autoridades de forma “oficial” solo se hubo lesionados, claro de gravedad, pero parece que no hubo muertos como se dijo al inicio y se presumía por los videos que circularon donde a varios se les veía tirados, desnudos y en charcos de sangre, inmóviles.

La violencia que se vivió aquel día se debió a actos tristísimos que provocan gran impotencia, así como lo es la guerra que se vive del otro lado del mundo, hasta parece que no es suficiente ver cómo aquellas dos naciones se atacan y mueren civiles y soldados en medio del fuego cruzado, y qué decir de la violencia diaria del país, las desapariciones de personas, la violencia a las mujeres, niñas y niños, como suelen decir en mi pueblo cuando existen acciones así de feas y violentas es que “el diablo anda suelto”, pues todas esas expresiones violentas son de personas que tal vez tengan algún trastorno, ya sea que lo vivieron de pequeños y su forma ahora de sacar ese rencor y odio es ahora ellos provocando daño.

Dentro de toda esta situación, es de admirar que la madre de uno de los agresores de “La Corregidora”, haya entregado a su propio hijo, pues lo reconoció en las imágenes de aquella trifulca.

Ya basta de violencia, hay muchas forma de arreglar un problema, las agresiones físicas no son la solución, porque como dice el dicho “violencia genera más violencia”. Debemos aprender a convivir en sociedad, como comentaba la semana pasada, debemos respetar la vida de los demás, ya sea personas o seres vivos, todos tenemos el derecho a la vida, si otra persona le va a otro equipo, usa equis prenda de vestir, sube una foto que le gusta mucho y a ti no, no tienes por qué ofenderla física o verbalmente.

Cada quien desde nuestra trinchera, debemos poner nuestro granito de arena para que la violencia pare, la educación desde pequeños hará que las futuras generaciones crezcan en un ambiente libre de violencia y no se sigan viendo actos tan trágicos como los que se han presentado en las últimas semanas, síganse cuidando y hasta la próxima.

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