Por: Christian Falcón Olguín

Conciencia proviene del vocablo latín “Conscientia” que significa, “CON CONOCIMIENTO”, es decir, el conocimiento que tiene el ser humano de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.
El escritor y periodista italiano Carlo Lorenzo Filippo Giovanni Lorenzini (1826-1890), mejor conocido como “Carlo Collodi”, seudónimo utilizado por el pueblo donde nació, escribió para “il Giornale per i Bambini” (El Periódico para niños) de 1881 a 1883, una serie de cuentos que después se convertirían en el segundo libro con más traducciones en el mundo, solo detrás de la Biblia, esta obra fue titulada “Las aventuras de Pinocho, Historia de una marioneta”, siendo la fábula de un muñeco de madera creado por el carpintero Geppetto, trozo de pino que recibiría lenguaje, vitalidad o movilidad, conforme el tallado de la madera se iba asemejando a la forma de un niño y augurando que sería afortunado al nombrarle: Pinocho.
La marioneta tuvo un Hada de cabellos azules quien, dentro de la narrativa, le prometió que podría llegar a ser un niño de verdad, si se comprometía a dejar el ocio que lo había metido en dificultades, dedicar su tiempo al estudio en la escuela y el aprendizaje de un oficio, lo cual en suma le mostraría ser digno y bondadoso, del mismo modo, el compromiso, implicaba dejar de lado las mentiras que como excusa ocupaba para salir de líos, ya que el peculiar crecimiento de su nariz de madera lo delataba, refiriéndole que “las mentiras se notaban por narices largas y piernas cortas”. La singular ninfa le prometió que tendría un corazón verdadero si lograba realizar un acto verdadero de bondad con sus semejantes, pero cómo lograría ello si no conocía el mundo real, ni la manera de interpretarlo para integrarse de manera correcta, no contaba con un sentido común para comprenderlo, solo sabía que estaba harto de ser un muñeco.
Ante las circunstancias dubitativas de la marioneta, se le presentaba ante él un grillito con su singular cri- cri- cri, quien se dirigía de manera muy particular para advertirlo, aconsejarlo y reprenderlo ante las situaciones que se le presentaban en cada paso que avanzaba en un viaje donde conocía e interactuaba con gente, adentrándose con tropiezos o errores involuntarios en la aventura cotidiana, pero ¿Cómo entender a un grillito? ¿Cómo comprendería los consejos de aquel pequeño insecto que solo él podía observar y escuchar? Quizá, era el resplandor secreto de su conciencia que le señalaba el bien y el mal de sus actos, pero que no estaba preparado para seguir, pues no tenía estudios, experiencia o conocimientos de moralidad ¿Cómo podría alcanzar a tener un corazón real que latiera, y lo hiciera sentirse vivo? ¿Cómo tendría actos bondadosos por las personas que le rodeaban? ¿Cómo cerrarle el paso al ocio y darle cabida al trabajo? Pinocho tenia un gran reto por enfrentar.
En fin, Pinocho pasó por momentos en que fue embaucado por ladrones, llegó a robar involuntariamente, fue llevado a una desconocida tierra de los juguetes, en donde los infantes eran transformados en borricos, maltratados y comercializados para realizar trabajo de carga, todo lo anterior, le ocurrió por no seguir los consejos y advertencias de su grillito fastidioso, de su conciencia que lo reprendía ante las desavenencias que se le presentaban y que él ignoraba por su inmensa ingenuidad.
La travesía de Pinocho le llevó peligrosamente al interior de un gran tiburón, donde se reencontraría sorpresivamente con su padre ebanista, con quien planearía escapar del inminente peligro, hecho que fue consumado gracias al valor y esfuerzo de ambos, pero al momento de verse fuera del escualo e intentar ponerse a salvo, tuvieron que ceder por agotamiento ante la intensidad del mar, hasta que un atún les llevó hasta la orilla de una playa, siendo aquel momento, otra encrucijada para Pinocho, ya que la salud de su padre se encontraba cada vez más débil, y debía cuidar de él. Pero Pinocho no contaba con dinero, y ante la desesperada situación, decidió acercarse con un granjero en busca de ayuda, quien gentilmente le ofreció trabajo y con ello, recibió dinero necesario para comprar la leche que mejoraría la salud de su padre carpintero; además de apoyar la condición vulnerable de su Hada enferma. Aquel acto de humanidad y buen corazón, llevaría a que su Hada le concediera ganarse el derecho a convertirse de una marioneta a un niño de verdad.
En definitiva, Pinocho ya no era un objeto inerte, ahora podría disfrutar de la belleza de la vida a través de sus sensaciones, emociones y a partir de ese momento de una consciencia abierta, ya tendría la oportunidad de asistir a la escuela para aprender a leer y escribir, obtener el conocimiento necesario para no ser presa de la astucia y ambición de otros, ahora su estudio diario le permitirá comprender el mundo, trabajar arduamente un oficio y construirse una vida digna, al igual que distinguir el bien y el mal en sus decisiones, gracias a su conciencia de ser humano.
Haciendo alusión de aquella mágica marioneta de Collodi, quiero concluir mencionando que, con la sutil manera de confrontamos y encontrarnos desde la reflexión interna, es como se podrá descubrir a la Conciencia, que se presentará como ese maestro grillito, que sigilosamente nos aplaude, fastidia o castiga con reclamos al momento de tomar alguna decisión, para corregir o definir el mejor sendero, hallando de forma recurrente la cualidad Consciente de moldear al vertiginoso mundo del que somos parte.
Y qué sería del mundo si se asumiera la conciencia, la responsabilidad de afrontar con empatía la pandemia en la que vivimos? ¿Qué sería de las naciones, si se tomara conciencia al momento de elegir a nuestros representantes populares y gobernantes? ¿Qué sería de cada persona, si actuará conscientemente conectando los pensamientos, con las palabras y acciones? La respuesta, tal vez, la encontraremos cuando dejemos de ser inconscientes con nosotros mismos y con los demás, pues definiremos en ese instante la realidad de las decisiones correctas del ser o no ser.