Los tiempos políticos de México y Estados Unidos están coincidiendo de una manera riesgosa para nuestro país. Y si bien los siguientes periodos presidenciales de ambas naciones van a empatar sus inicios y potencialmente abrir una época de colaboración, también podría suceder un alejamiento.

Nuestro vecino del norte se enfila hacia las elecciones de medio término, las que se realizan a la mitad de cada gestión presidencial para renovar parcialmente el Congreso, y que sientan importantes bases para los comicios donde se elige al jefe de la Casa Blanca, que en las elecciones de noviembre de 2024 podría ser el mismo Joe Biden si logra reelegirse, o bien Donald Trump, si se confirma que en el Partido Republicano es inexistente quien le haga sombra a su candidatura presidencial.

Pero de hecho la carrera presidencial estadunidense se perfila a continuar la de 2020, debido a la insistencia de Trump de seguir en la presidencia primero, y luego de regresar a ella. Al menos ha hecho dos reconocimientos de que perdió, pero “a la mala”, en un intento de colocarse como víctima, al afirmar que los comicios de noviembre de 2020 fueron “manipulados”, según precisó a un grupo de historiadores el año pasado pero que trascendió a inicio del pasado abril.

Y en esa carrera presidencial México se sitúa de nueva cuenta como el fantasma que amenaza a Estados Unidos. Pero ahora la amenaza está enriquecida por el flujo migratorio que llega de América Central y que de manera natural pasa por nuestro suelo.
Esa migración, sin importar su origen, aviva los sentimientos racistas que habitan en muchos, demasiados estadunidenses, muchos de ellos seguidores de Trump, sobre todo cuando se trata de migrantes pobres y morenos en lugar de blancos
Por lo pronto el expresidente Trump construyó una narrativa no solo favorable a sus intereses, sino virtualmente ridiculizante del gobierno mexicano al exponer hechos reales como el envío de elementos de la Guardia Nacional a contener el flujo migratorio centroamericano y retenerlos en nuestro país a cambio de no imponer aranceles, lo que ocurre desde 2019.

Hoy, no se ve algo que cambie la narrativa agresiva y manipuladora de los hechos del exmandatario hacia México, y sí por el contrario están sentadas las condiciones para que mantenga y acreciente esa narrativa.

A seis meses de las elecciones estadunidenses de medio termino, Trump se encuentra sin otro enemigo a quien combatir, el recurso preferido de su discurso político y en general de otros conocidos como populistas.

Ese enemigo podría ser Rusia debido a su invasión de Ucrania, sin embargo ya durante su mandato quedó claro que con ese país y su presidente Vladimir Putin no se iba a meter. En cambio lo hizo con China, seguido de México.

En términos electorales Rusia podría ser la carta que hiciera posible que el Partido Demócrata mantuviera el control del Congreso estadunidense, si Biden la sabe administrar. A tres semanas de la invasión rusa a Ucrania, un sondeo del acreditado PewResearch mostraba que 47 por ciento de los interrogados apoyaba lo hecho, pero 39 por ciento, solo ocho por ciento, se manifestaba en desacuerdo, una diferencia en realidad baja considerando la envergadura de los acontecimientos.

Es en ese contexto que el gobierno mexicano tiene que “hilar fino” para salirse de las cuerdas retóricas en que podría verse acorralado en esta campaña de medio termino y sobre todo en las presidenciales por venir. Nadie desea que la guerra de Rusia a Ucrania suba del ya de por sí alto tono, pero solo que ese conflicto bélico escale podría hacer que México dejara de ser el enemigo al cual golpear por parte de candidatos republicanos.

En materia migratoria sería también muy conveniente revisar la viabilidad de las propuestas mexicanas para detener la migración. La Casa Blanca no parece contar con votos legislativos suficientes para aprobar recursos económicos hacia América Central.
Por lo demás la gente que sale de esa región no solo busca mejores expectativas de vida en el nivel económico, sino también de seguridad, y no parece haber condiciones para que los regímenes del área den seguridad a su población, pues hacen falta instituciones que los protejan y en caso de que lleguen recursos, los administren.

Es un tiempo delicado y por eso más que nunca, se requiere hilar fino en las relaciones con Estados Unidos.

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