Por: Lucía Lagunes Huerta
Pues terminó la IX Cumbre de las Américas, y la imagen final con la que nos encontramos son hombres felices saludando a las cámaras, la cual nos revela el largo camino que tenemos enfrente para que la paridad se convierta en realidad.
Pues de las 20 personas que se encuentran en la fotografía que subió a su tuit Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, vemos en el extremo izquierdo, casi a punto de desaparecer, a la única mujer de la imagen: Alexandra Hill, la ministra de Relaciones Exteriores de la República de El Salvador que, además hay que decir, no es precisamente la nación más liberal que tenemos en la región. Si no te detienes en el detalle, es probable que ni te percates de su presencia.
La imagen es la constatación que, aun cuando en muchas de las naciones que conforman esta región de las Américas se cuentan con leyes a favor de la igualdad entre mujeres y hombres e incluso existen leyes por la paridad en el mundo público, esto aún no se refleja en los altos niveles del poder. Ahí los hombres siguen blindando su dominio.
Si miramos la imagen completa el panorama no cambia mucho: de los 30 asistentes a la cumbre, solo tres mujeres, incluyendo a Alexandra Hill, se encontraban presentes: Mia Amor Mottley, primera ministra de Barbados; y Thelma Brown, embajadora de San Cristóbal y Nieves ante los Estados Unidos.
Por desgracia, desde que se conformó la Cumbre de las Américas en 1994 hasta nuestros días, las mujeres son la excepción.
Hay que recordar que, en los últimos 30 años, solo 14 mujeres han sido jefas de Estado o de Gobierno en la región.
Y es que la ausencia de mujeres en las cumbres regionales nos recuerda la enorme asimetría que enfrentamos para llegar a los espacios duros de poder y que aquello que se ha denominado como “techo de cristal”, para poder describir las barreras que enfrentamos las mujeres para ascender en los diferentes espacios, son absolutamente reales; y que por más avances que logramos en la igualdad, ésta, como el horizonte, se aleja más en medida que nos acercamos a ella.
La fotografía con la que cierra la cumbre nos constata no solo la ausencia de las mujeres, sino la exclusión de la agenda de los derechos humanos de estas. Y no tiene que ver con la ausencia de propuestas, sino con el demérito de lo que ocurre con la mitad de la población.
En mayo las mujeres de las Américas se reunieron para construir una agenda común con miras a la IX Cumbre para que se pudiera tomar en cuenta en la discusión del futuro regional, sin embargo, esta agenda quedó a un lado en las discusiones de los mandatarios.
Entre los temas que colocaron las mujeres a través de 21 apartados, que van desde la violencia que asola a la población femenina de la región hasta la democracia que urge consolidar en el continente y que quedaron excluidos, están por ejemplo:
Elaborar una norma latinoamericana sobre las diversas violencias que enfrentan niñas y adolescentes, para establecer protocolos de atención.
No criminalizar a las mujeres que abortan y adoptar una norma oficial latinoamericana para despenalizarlo. Esto es muy importante tomando en cuenta que es la región más peligrosa para las mujeres que deciden interrumpir un embarazo.
Promover y crear sistemas nacionales de cuidados, de tal manera que se aseguren las condiciones para la incorporación de las mujeres a los mercados laborales, especialmente después de la pandemia.
Fortalecer las democracias de las Américas con la participación de las mujeres, asegurando los mecanismos de protección en el ejercicio del poder político frente a la vulneración de sus derechos y la violencia política.
Y mucho más…
Todas estas propuestas están encaminadas para que la región más desigual del mundo deje de serlo y acelere los cambios que se requieren para paliar el retroceso que significó la pandemia para las mujeres y construir una región democrática e igualitaria.
Sin embargo, su exclusión de la discusión de la cumbre nos muestra la enorme brecha que existe entre el discurso a favor de la igualdad y la realidad que la hace a un lado.