Por: Christian Falcón Olguín

 

En 1929, el escritor y biógrafo austriaco, después nacionalizado británico, Stefan Zweig (1881-1942) publicó su novela histórica “Fouché, el genio tenebroso”, basada en la referencia biografía del político francés Joseph Fouché (1759-1820), quien mantuvo su permanencia dentro de las esferas de poder con éxito gracias a su perspicacia y a la útil aplicación de reportes que recibía de sus informantes, sobrellevando el vaivén de la revolución francesa, el imperio napoleónico y la restauración de la monarquía borbónica.
Su periodo de mayor influencia fue cuando Napoleón Bonaparte le nombró Ministro de Policía de Francia, encargo público que le vendría a bien para la sobrevivencia política, pues con talento desarrolló esquemas de organización y aplicación de la información que adquiría a través del espionaje que provenía de todos los círculos sociales la cual, podía utilizar para su beneficio. Comúnmente aprovechaba los escenarios de corrupción y escándalo para presionar o nulificar a los adversarios políticos, grupos clandestinos y diplomáticos extranjeros, cuyos intereses podrían en riesgo la estabilidad del imperio francés.
Los informes que Fouché recibía le permitían evitar conspiraciones e insurrecciones, podía adelantarse a contener movimientos y rebeliones que amenazarán el trono de Napoleón, e incluso más allá, lograba conseguir comunicados desde la diplomacia internacional para prevenir a su emperador, evidentemente con este escenario se confrontó constantemente con su gran antagonista dentro del gobierno, Charles Talleyrand, ministro del Estado francés.
Cabe destacar que su rivalidad sería flexible a sus intereses personales, ya que mientras existían escenarios de estabilidad las confrontaciones internas eran frecuentes, pero cuando el régimen se veía amenazado a desmoronarse podían ser buenos aliados para cuidar sus posiciones de poder ya que, gracias a la información que manejaban desde sus ministerios, lograron permanecer los vaivenes de la República, del Imperio y de la monarquía francesa del siglo XIX.
Fouché llegó a tener tal influencia que podía contravenir y enfrentarse contra el propio emperador francés, acto que en varias ocasiones por su insolencia le llevó a ser relevado del cargo de ministro y ser enviado al exilio político fuera del gobierno, pero su valía en el manejo de la información desde el espionaje político le hacía necesario a los intereses del propio Napoleón, que le llevó a ser reinstalado hasta la caída definitiva del gran corso, pero eso sí, ante la hecatombe política Fouché saldría avante negociando con el régimen monárquico entrante, que se reinstalaría por un breve periodo en la Francia del siglo XIX.
Zweig desarrolla de manera magistral la personalidad del genio tenebroso, su forma de actuar desde las sombras, su pensamiento inmoral en pro de conservar el poder, desde los conflictos y perspectiva que tenía de los actores políticos de la época y de la efectiva forma de manejar, administrar y encauzar los informes sociales como una herramienta política, ya que como bien lo refería en su momento Thomas Hobbes, en su obra “El Leviatán”, la información es poder.
A través del tiempo, el escándalo político derivado del espionaje es evidente en la actividad política en todas partes del mundo, casos celebres en los últimos 50 años, como: Watergate, escándalo mediático que le costaría la presidencia norteamericana a Richard Nixon, pues en su afán por reelegirse, se colocarían secretamente micrófonos en el interior de las oficinas centrales del partido demócrata.
También existen los escándalos de espionaje con las nuevas tecnologías, tal es el caso fue “Wikileaks”, portal virtual de Julian Assange, el cual daba acceso a la filtración de documentos clasificados o secretos de diversos gobiernos. Al igual que el caso de Edward Snowden, ex empleado norteamericano de la Agencia Central de Inteligencia (C.I.A.), quien, a partir de una entrevista, advertiría del espionaje internacional con fines políticos desde organismos gubernamentales, el cual ponía en vulnerabilidad la privacidad de cualquier persona.
Desde la antigüedad hasta la actualidad el espionaje político continúa siendo una actividad recurrente en los sistemas de gobiernos, hoy día, la utilidad de herramientas y programas tecnológicos permiten tal efecto, manteniendo informadas a las instituciones de inteligencia gubernamental alrededor del mundo, vulnerando con esto, toda privacidad y poniendo en riesgo la libertad de expresión, de reunión y de manifestación de las ideas.
En este texto también se describe el modo como actores políticos hacen viraje de sus posicionamientos ideológicos al cambiar de partido político para estar congraciados con el régimen dominante en la búsqueda de la sobrevivencia, tal como la efectuaba Fouché, un cambio motivado por el pragmatismo político generado de los beneficios que otorga estar bajo la sombra del poder, dejando de lado el cuasi dogmatismo ideológico, a veces encontrado por la falta de congruencia de los liderazgos políticos.
Finalmente, Stefan Zweig deja una importante reflexión y debate en las líneas desde la descripción de Fouché: ¿Hasta dónde es válida la pérdida de privacidad en beneficio de fines políticos?, ¿Existe la llamada lealtad política o partidista? o, simplemente la ideología política se ve distorsionada ante la razonable observancia de la incongruencia de la clase dirigente que, evidencía propiamente su deslealtad a las bases, dejando ver a todas luces su ingenio tenebroso.