“El ciclo escolar 2022-2023 dará inicio, de manera presencial, el próximo lunes 29 de agosto” indicó la Secretaría de Educación Pública en días pasados.
Nadie tiene duda alguna sobre los tremendos estragos que ha ocasionado la pandemia de coronavirus, generada por el virus SARS-CoV-2 o Covid-19. La salud, la economía y la educación presentan rezagos muy importantes por el prolongado confinamiento.
Se habían tenido algunos avances en el tema del menor uso de plásticos, especialmente bolsas, debido al daño que ocasionan a los ecosistemas al no degradarse tan rápido. Ahora, con las pruebas anticovid y el obligado uso de materiales como guantes, caretas, protectores oculares y millones de jeringas para aplicar las vacunas, por citar algunos, el uso de plásticos regresó por la puerta grande.
Tendrán que pasar 55 años, al menos, para que se degrade una bolsa y 500 para que suceda lo mismo con una botella de PET. De acuerdo a la ONU, a la Tierra le quedarían unos 30 años más de vida antes de volverse insostenible. La emisión de gases tóxicos y el deshielo del Ártico generarán más áreas desérticas y reducirán de forma considerable la calidad del aire que respiramos.
Ayer me preguntaba un zapatero si los niños volverían de forma presencial a las escuelas. Me comentaba su preocupación porque casi no tiene trabajo. “Aunque no lo crea, mi negocio se reactiva cuando los niños van a la escuela, ahorita solo voy saliendo con los gastos más esenciales”. Y no solo él; la señora que me corta el cabello, el dependiente de la tienda, el carnicero, bueno, hasta la señora que pasa a vender flores cada viernes se queja de la economía.
El regreso a las clases presenciales marcará una notable diferencia en la vida de todos. El dinero comenzará a circular y se generarán mejores condiciones para la gran mayoría. Mayor consumo de alimentos – para preparar los “lonches”, aumento en el flujo del transporte público y particular, compra de zapatos, alguna prenda de vestir adicional y no olvidemos a las papelerías y un largo etcétera.
Será un regreso seguro, con el apoyo de las madres y padres de familia, aplicando los protocolos de seguridad desde casa. Prácticamente todos los niños en edad escolar están vacunados, aunque, tristemente, hay niños que no han sido llevados a vacunar, por desidia, por descuido o creencias religiosas o pseudocientíficas de sus padres.
Las escuelas ya iniciaron los procesos de inscripción y reinscripción de los estudiantes, observando estrictamente los protocolos de bioseguridad establecidos por las autoridades sanitarias. La próxima semana trabajarán en el Consejo Técnico Escolar en su fase intensiva y el Taller Intensivo de Formación Continua para Docentes, Nuevos Planes y Programas de Estudio.
Se observan las caras sonrientes, algunas nerviosas, especialmente de los de nuevo ingreso a los planteles. Los padres estiran su presupuesto para cumplir con los requisitos de apoyo en las escuelas, cada vez más conscientes que, como se ha aclarado antes, la SEP pone los edificios y la infraestructura básica de las escuelas y, también paga los sueldos del personal educativo pero el mantenimiento, pintura, insumos y tantas cosas que se requieren en los planteles diariamente solo puede ser con el apoyo comprometido de cada madre y padre de familia.
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