Por Bethel García Vargas

Y así otro mes se termina y con ello damos también paso al último cambio de horario, que, si bien a muchos nos ha gustado a otros no tanto, pues anochecerá más temprano y quienes salen del trabajo o escuela más tarde sienten algo de temor por la inseguridad que se llega a vivir en varias partes del país.

Ojalá que este cambio nos beneficie y lo tomemos de la mejor manera posible, acostumbrar a nuestro cuerpo por última vez a reajustar nuestras horas de descanso. Este fin de mes no solo nos trae el cambio de horario, sino como cada año y tal vez en esta ocasión de una forma diferente el vivir el día de muertos en la zona de donde somos originarios con más festejos y actividades presenciales, con un uso ya mínimo del cubrebocas, pero con mucho ánimo y ganas de regresar a como lo vivíamos antes de la pandemia, este primer año en el que ya van a la baja los contagios y se ha vuelto al trabajo y a las escuelas de forma presencial está siendo un gran reto de adaptación y al contacto con otras personas, nuestra capacidad de socializar a lo mejor disminuyó o se incrementó por el encierro que a todos nos cambió de una u otra forma.

Las celebraciones del Día de Muertos, al menos para mi no serán de la misma forma que el año pasado, recordando los días en que cayó esta celebración, pues esta semana son martes y miércoles, y el día lunes toca estar en el trabajo; no es un puente como tal, y sé que es la misma situación para muchos de los que trabajamos y no podemos ir a los lugares donde festejamos de la manera en que solíamos hacerlo en otra época de nuestra vida.

Siento que este año nuestra tradición de celebrar el regreso del más allá de nuestros muertos ha tomado más importancia, pues nos hemos vuelto a juntar en familia o amigos ya sin tanto miedo de contagio o arriesgarnos: son momentos que tal vez como niños se vuelven importantes y que en el futuro deseamos compartir estas celebraciones para que no se pierdan, y eso no quiere decir que por celebrar el día de muertos no podamos celebrar o al menos respetar a los niños que piden su calaverita en las puertas de las casas, a ellos lo que les gusta es disfrazarse y los dulces que les van a dar.
Esta tradición no fue creada en Estados Unidos como se piensa, sino en Europa y para quienes son de ese continente la celebración es del paso de las almas por la tierra rumbo al más allá, pero estas son acompañadas por otras criaturas, de ahí que haya disfraces de todo tipo, por lo que no es tan diferente su celebración de la nuestra.

Nosotros, como buenos mexicanos, festejamos la vida y también celebramos la muerte, y no como un culto, sino como la espera de nuestros familiares que se han adelantado en el camino al más allá, que muchos tenemos la creencia y fe de que vuelven a casa a visitarnos al menos por unas horas y ofrecerles lo que más les gustaba en vida, colocándolo en el altar, guiándolos con el camino de flor de cempasúchitl y el aroma a copal, y siempre sin olvidar poner la fotografía o algún retrato de ellos, porque recordando a nuestros difuntos, ellos jamás van a morir y su presencia siempre estará en nuestras vidas.

Disfrutemos la familia y vivamos nuestras tradiciones de la mejor manera posible, y no olviden que este domingo despertamos con nuevo horario. Hasta la próxima.

bethgva@gmail.com