Por: Abigahel Pérez Ángeles

A todas las personas nos gusta ver jugar a la selección nacional, y más si es en un mundial de futbol como fue el de Qatar 2022. Es toda una vivencia platicar con mis sobrinos y percatarme de su emoción si la Argentina con Messi o Francia de Mbappé levantarían la tan preciada copa, donde experimentamos sentimientos desde la alegría y orgullo, pasando a la tensión, el enojo y la desilusión. Pero ¿por qué platicar del futbol?, si la naturaleza de este es el entretenimiento ¿qué tiene que ver con los derechos humanos?

En la radio escuché de una expresión que me llamó mucho la atención y la forma como a periodista la utilizó y describió “SPORTSWHASHING”, que traducido al español sería LAVADO DEPORTIVO, término que me causó curiosidad, y lo busqué en internet, que a la letra lo define:

“Sportswashing es la práctica de un individuo, grupo, corporación o estado-nación que usa el deporte para mejorar su reputación dañada, a través de la organización de un evento deportivo, la compra o el patrocinio de equipos deportivos, o mediante la participación en el deporte mismo. A nivel de estado-nación, el lavado deportivo se ha utilizado para desviar la atención de un historial deficiente de derechos humanos y escándalos de corrupción dentro del gobierno. Mientras que a nivel individual o corporativo se utiliza el sportswashing para encubrir y desviar la atención de los vicios, delitos o escándalos de dicha persona o empresa. El lavado deportivo se ha llamado una forma de blanqueo”.

Entonces, lo entiendo como el encubrimiento de las violaciones a los derechos humanos que se han generado desde mucho antes del mundial en el país anfitrión contra grupos de atención prioritaria como lo son las mujeres, las personas pertenecientes a la comunidad LGBTTTIQ+ y la población inmigrante. Todas esas violaciones se ven invisibilizadas por la popularidad que genera ver un partido de futbol, que los problemas que viven todas las personas carecen de atención.

Ante los ojos de la comunidad internacional, que son atraídos por el mundial de futbol es casi imposible no vislumbrar toda la hipocresía que genera esta justa mundialista, que no se puede tapar el sol con un dedo, que las violaciones en derechos humanos justificadas por una cultura tradicionalista basada en el sometimiento del poder y el dinero.

Las mujeres víctimas de una violencia de género, de una cultura que las desprecia y degrada, las personas de la comunidad LGBTTTIQ+ limitándoles su libertad de expresión de género y orientación sexual, y los tratos indignos a todos aquellos migrantes, fuerza laboral que edificaron todos los estadios, sin la mínima garantía seguridad social, con falsas promesas de remuneraciones no dadas.

El respeto a los derechos humanos, que los países de medio oriente han catalogado como una moda occidental y europea, exigen respeto a su cultura milenaria, tradicionalista y teológica, que violentan derechos humanos, dejando inoperante uno de los principios fundamentales de los mismos, que es el de la UNIVERSALIDAD, todos los seres humanos somos sujetos de derechos, sin distinción alguna. Pero, el ser y el deber ser están totalmente alejados de ejercerlos.

Lamentable es leer o escuchar noticias, de vulneraciones a los derechos humanos, tales como muerte de trabajadores en condiciones totalmente degradantes, de mujeres que no pueden asistir a un partido de futbol, porque tradicionalmente ellas no deben hacerlo, que una persona no puede expresar libremente su identidad por ir en contra de la norma moral y tradicionalista de los estereotipos de género, que un trabajador migrante por la necesidad, carece de los mínima seguridad social que debe retribuirle su trabajo, con amenazas reteniéndoles sus pasaportes para obligarse a seguir condiciones del empleador, más sin embargo, los visitantes a la justa mundialista visibilizan el “SPORTSWHASHING” o bien el LAVADO DEPORTIVO, por ende queda claro que el respeto a los derechos humanos DEBE SER como lo marca el principio, que no solo sea para aquel que puede pagar un vuelo, hospedaje, boletos de accesos a los partidos y eventos artísticos, sino para todas las personas, sin importar raza, color, sexo, orientación y región, respetemos la dignidad humana.

La simulación que genera el “SPORTSWHASHING”, evita que veamos la realidad de cuanta violación a Derechos Humanos hay. En esta redacción, mencione solo a tres grupos afectados, pero la realidad es que afecta a muchos, y pocos son los que se ven beneficiados, utilizando al deporte como una forma de generar riqueza para ellos, quitándole todos los valores que proporciona como el desarrollo personal y social, la superación, la integración, el trabajo en equipo, la autodisciplina, el respeto a la persona, la tolerancia, la perseverancia, la responsabilidad, la cooperación y entre muchos más.
El deporte contribuye al desarrollo de una sociedad más digna, justa y respetuosa del valor de las personas y de conciencia social, generando sentimientos, actitudes, aptitudes, desempeño y comportamientos en la vida diaria como medio por excelencia para generar hábitos saludables. Defendamos el deporte y todo lo que nos brinda, no lo desvaloricemos con prácticas como esta “SPORTSWHASHING”.

*Jefe de Promoción, Difusión e Investigación de la CDHEH