La vida no es perfecta, pero si aprendemos de lo que vamos viviendo podemos construir una existencia maravillosa.
En esas experiencias en las que dejas de mirarte en la búsqueda de solucionarlas, intentando no perder una relación o un empleo, por las diversas razones por las que te vas olvidando de ti, de cuidar y construir tu bienestar, tu estabilidad mental, todas esas situaciones en las que tarde o temprano te das cuenta de que hace mucho tiempo te alejaste de ti.
Y que cuando concluyen experimentas la sensación de que has perdido el tiempo, apareciendo como grandes lastres los “hubieras” que no existen, pero pesan tanto: “si no hubiera estado tan preocupada o inquieta ante la inestabilidad habría hecho más por mi”, “si no hubiera vivido atenta de otros”, “si la relación hubiera sido equitativa”, “si me hubiera ocupado de mi” … y tantos otros pensamientos que no van a cambiar el pasado y que si te van a lastimar profundamente en el presente.
Ya… lo que no fue, ya fue. Si pudiste haberlo hecho mejor, si te arrepientes aprende de lo que ocurrió, solo no te lleves cargando las decepciones, las frustraciones y las omisiones de antes porque eso solo es entrar en un círculo vicioso que no te llevará a los cambios que necesitas en el presente.
A veces hay que perdonarse a sí mismo o a sí misma, y después de reponerse un poco del dolor determinarse a volver a ti, pero no para hacerse daño castigándose con las consecuencias, sino volver a ti de la forma más amorosa posible, desde la conciencia de tomar en tus manos la responsabilidad de tu bienestar.
Si antes no lo hiciste, perdónate por ello, si es necesario reconoce que fue lo que te impidió que lo hicieras: creencias, falta de amor propio, un vínculo traumático, miedo a no ser capaz, dudar de lo que mereces, ¿te saboteaste?, ¿te faltó disciplina? Saber qué fue lo que ocurrió y no ir por más de lo mismo, empleando estrategias que en el presente funcionen mejor.
Volver a ti es volver o empezar a mirarte, escucharte, sentirte, conectar contigo y con tus emociones, escuchar tus pensamientos, conectar incluso con tu respiración, tú eres tu cuerpo, eres quien lo habita, no te desconectes de ti, siente tu cuerpo y, sobre todo, siéntete cómoda en este.
Observa tu rostro, tu mirada, cuanto sonríes y como lo haces, ¿se nota triste tu rostro o sonríes también con la mirada? ¿Tienes la piel opaca? ¿Qué está pasando en ti y contigo?, ¿verdad que no es lo mismo vivir que realmente existir conscientemente?
Por supuesto, que el tiempo sigue transcurriendo y que los pendientes del día no van a detenerse, por ello es necesario que apliques un plan de acción para ocuparte de ellos sin desatender tu salud física y mental.
Si piensas que ya es tarde es probable que ya no te animes a cambiar o a empezar de nuevo, pregúntate qué te lleva a pensar que es tarde, realmente la vida y las oportunidades solo se terminan cuando la vida se acaba, mientras estés viva puedes hacer si no todo, si mucho de lo que requieres para estar mejor.
Ojalá que antes de atravesar por una gran decepción tomes conciencia de lo que estás haciendo por y para ti, y si ya estás pasando o pasaste por ahí, entonces toma esa vivencia como un impulso para volver a levantarte y llegar más lejos.
Quiérete, cuídate… no te quedes en deuda contigo, porque eso es demasiado doloroso, si es importante no quedarse con cuentas pendientes con la gente que más quieres, también lo es no quedarte debiendo a ti misma.
Volver a ti es reconocerte, trabajar en la autoaceptación, elegir el autocuidado, amarte en todas tus facetas… estar contigo y celebrar tus logros y tu existencia.
¡Un gran abrazo!
Lorena Patchen
Psicoterapia presencial y en línea.