Sin sorpresas mayores pasó en Estados Unidos el llamado Super Martes, en el cual los seguidores de los principales partidos políticos en 15 de los 50 estados de nuestro vecino del norte, más un territorio, eligieron a su candidato presidencial, una decisión que se confirmará en las convenciones de cada partido. Pero no deberá de esperarse a julio o agosto cuando se realicen, pues quedó claro que de nuevo habrá tiro entre el presidente Joe Biden y el exmandatario Donald Trump.

Pero podría ocurrir que la justicia o la biología metieran la mano y ese tiro no ocurriera.
Digamos primero que Biden llega sin rival al frente dentro de su Partido Demócrata, lo cual es preocupante y así parece sentirlo el electorado estadunidense. No se trata de sus 81 años de edad, que serán 82 cuando tome posesión si gana en los comicios de noviembre, sino de las múltiples muestras de su deterioro intelectual que coexisten sin duda con ejemplos de lucidez.

Este elemento, más que cualquier otro, podría ser determinante a la hora de votar.
En el caso de Trump sus 77 años de edad parecen bastante equilibrados con la imagen de fortaleza que envía, y muchas de sus declaraciones son tomadas como muestras de sus afirmaciones engañosas y manipuladoras, más que ejemplos de senectud.

Un ejemplo es la “denuncia” de que el presidente Biden trajo por vía aérea a unos 300 mil inmigrantes sin documentos. Cierto que ese número entró a suelo estadunidense por avión, pero cumpliendo con todos los requisitos, según una investigación de la cadena Telemundo.

La decisión será dura para el votante estadunidense: que siga una persona de edad avanzada con problemas de memoria y confusiones, u otro adulto mayor, postulado por el Partido Republicano, que parece amar la distorsión de la verdad.

Esa complicada decisión todo indica que ya no podrá ser modificada, en el caso republicano, por la única aspirante seria que quedaba: Nikki Haley, quien solo logró triunfar en Vermont, en lo que paradójicamente, podría ser el inicio de una candidatura presidencial pero hacia 2028.

Por su parte Biden recibió una llamada de alerta desde un pequeño archipiélago en Oceanía, posesión estadunidense, Samoa Americana, donde el financiero Jason Palmer ganó la elección de la candidatura presidencial demócrata. Sondeos previos mostraban que así ocurriría el martes, pero el equipo de Biden lo desestimó, actitud que bien podría ser premonitoria.

En esta jornada electoral las entidades con más electorado, Texas y California, eligieron a sus candidatos a la Casa Blanca, y en ambos casos la balanza se inclinó por Biden en el Demócrata y Trump en el Republicano, prácticamente anticipando y confirmando la contienda que se registrará en noviembre, cuando tenga lugar la elección formal.

A Trump la suerte parece sonreirle inclusive entre el elctorado latino, pues la encuesta del diario The New York tras el cierra de las casillas del súpermartes, mostró que ese grupo lo prefiere, sin importar sus duros ataques contra los los migrantes, muchos de los cuales son latinos.

¿Qué tanto se repite aquí lo que sucedió en la pasada elección presidencial de El Salvador, donde inclusive electores con familiares presos por la política contra las pandillas del presidente Nayib Bukele, votaron por él y lo reeligieron?

Y así solo decisiones judiciales en los procesos que se le siguen a Trump podrían impedir que llegara a la cita electoral, algo que podría ocurrir.
Pero más que en las proclamas políticas de los candidatos presidenciales, se requiere conocer el sentimiento de la gente, pues ahí es donde están las respuestas de que candidaturas muy cuestionadas como las de Bukele o Trump, al final sigan adelante.

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