Por: Lorena Patchen
Si permanecer en una relación pone en juego tu bienestar físico y tu estabilidad emocional es muy probable que sea momento de replantear las condiciones para seguir ahí o bien, darte cuenta de que es el momento de irte.
Cuando nos enamoramos y es recíproco, desearíamos que esa felicidad perdurará indefinidamente, si se lleva más tiempo en pareja regularmente el deseo es que la relación siga fortaleciéndose y sea cada vez más profunda para tener uno y otro motivo que les mantenga amorosamente juntos; sin embargo, en la vida las circunstancias y las decisiones de las personas siempre pueden cambiar y si ocurre que uno de los integrantes de la pareja deja de participar activamente en el cuidado de la relación está comienza a desgastarse, por mucho amor que sienta la otra persona, una relación es de dos y si uno de los dos no participa en el mantenimiento de la relación poco a poco o en ocasiones, rápidamente, la relación va en picada.
Si el amor no es de ida y vuelta, si existen rencores que en lugar de reconocerse y elaborarse se han ocultado y se han ido incrementando de tal manera que llevan al desinterés, el descuido, la falta de vinculación y honestidad, quien todavía ama atravesará por el doloroso desamor.
Y no sentirse amado o amada en una relación amorosa le quita todo el mérito a una relación supuestamente amorosa… Si no eres visible para tu pareja, si te ignora, si pasa de tus alegrías y tus preocupaciones, si tus sueños le provocan risa o los ignora, si no hay cuidados en la enfermedad ni acompañamiento en los momentos de dificultad e incluso, ya ni en los momentos de alegría, esa relación ya no es conveniente para ti… ¿cómo puedes sentirte amada o amado por alguien que aunque no lo diga ya no te transmite amor?
Cuando empieces a preguntarte si esa relación ya no es buena para tu vida, no ignores lo que sientes, no lo justifiques, exponlo con tu pareja si él o ella están igualmente interesados que tú en mantener la relación y enriquecerla se comprometerán a lograrlo junto contigo, pero si la otra persona te dice que no va a hacer nada para cambiar o mejorar la relación, si no tiene ternura, comprensión y realidades compartidas que ofrecerte quedarte ahí será tarde o temprano más doloroso que marcharte.
Si por muchas razones, la relación se hizo una obsesión para ti, si hay una especie de adicción hacia esa persona que hasta hoy es tu pareja, reconócelo y trabájalo en terapia, no sabes la cantidad de personas que se arrepienten de haber dejado pasar años de su vida en una relación que nunca tuvo el mismo nivel de amor y compromiso.
Si hay violencia (aún en sus mínimas expresiones), no lo dudes, busca la salida, ya no es sano permanecer en esa relación.
Si sientes celos o tristeza de que tu pareja triangule o realmente tenga otras relaciones piensa no solo en tu salud mental sino también en tu salud sexual, ¿merece la pena estar con quien no es capaz de cuidarte de alguna enfermedad de transmisión sexual?… No es sano permanecer ahí, pero además, puedes lamentarlo si se pone en riesgo tu salud.
Si tienes miedo a sus reacciones, amenazas o comportamientos, no lo dudes, busca ayuda y vete.
Si no confías ya no podrás amar, la confianza, la estabilidad, saberte segura o seguro en ese vínculo, tener la certeza de que tu pareja no haría nada para dañarte intencionalmente, saber que es tu fan, que se alegra más que tú cuando triunfas, que busca y le encanta generar momentos para hacerte sonreír, estos si son indicadores de que es sano y adecuado permanecer y colaborar en el crecimiento mutuo… Si no es así, si la relación duele más de lo que puedes disfrutar en ella ya no te hace bien estar ahí.
Si estás en una relación así, y a pesar de ella brillas, imagínate como sería tu brillo si te sintieras y si vivieras siendo amada de verdad… ¿Lo pensé o lo dije?
¡Abrazos!
Lorena Patchen
Psicoterapia presencial y en línea.