Por: Bethel García Vargas

El crecimiento humano es un viaje complejo que abarca toda nuestra vida hasta la etapa de la vejez. A lo largo de nuestra vida experimentamos varios períodos de desarrollo y cada uno vendrá con sus propios desafíos y oportunidades. Cada etapa de crecimiento también puede implicar un proceso de duelo, ya que dejamos atrás aspectos de nuestras vidas anteriores y nos adaptamos a nuevos roles y responsabilidades.

En la infancia, los seres humanos dependen completamente de sus papás para sobrevivir. Es una etapa de rápido desarrollo físico y cognitivo, donde los pequeños aprenden a caminar, hablar y explorar su entorno. El duelo en esta etapa puede no ser consciente, pero está presente en la forma de separación de sus papás o tutores, como cuando un niño comienza a asistir a la guardería o preescolar. La adaptación a nuevas rutinas y entornos puede ser un desafío, pero también una oportunidad para el crecimiento y la independencia inicial, y la llegan a sufrir pues en cierta forma, se están empezando a independizar de ciertas cosas, aunque sean pequeñas, se resienten una temporada.

Cuando ya somos niños y comienza la escuela, hacemos amigos y desarrollamos habilidades académicas y sociales. El duelo que se puede atravesar es al enfrentar el fracaso, cambiar de escuela o perder amistades. Estos momentos de pérdida pueden enseñar resiliencia y la capacidad de adaptarse a nuevas circunstancias, y creo que el acompañamiento que hacen los padres, debe ser fundamental para que estos duelos no se conviertan en traumas que no logran superarse.

¡Oh la adolescencia!, ésta es una etapa crítica donde los individuos buscan definir su identidad y ganar autonomía, entre muchas cosas, este es un periodo de cambios físicos, emocionales y sociales significativos. El duelo aquí puede manifestarse en la lucha por independizarse de los padres, manejar las expectativas académicas y sociales, y enfrentar la pérdida de la niñez, el ser tratados como adultos jóvenes, pero a la vez como niños, regularmente, esta etapa llega a ser turbulenta, pero también es una oportunidad para el autodescubrimiento y la formación de una identidad única.

En la adultez (después de los 24-25 años), las personas buscan establecerse en términos de carrera, relaciones y vida independiente. Esta etapa puede incluir la formación de una familia, el consolidad una carrera y la adquisición de responsabilidades financieras. La pérdida que podemos enfrentar en esta etapa puede estar relacionado con la pérdida de libertad juvenil, el enfrentar fracasos profesionales o la disolución de relaciones significativas (tanto sentimentales como amistades). Aprender a equilibrar las responsabilidades y las aspiraciones personales es crucial para poder transitar esta etapa.

Y así cada momento que es marcado por un cambio, es un duelo sea pequeño o grande, recordando que no solo las pérdidas físicas de familia o amigos causan estragos en nuestras vidas, sino todo aquello que hemos dejado ir para poder avanzar en este camino terrenal y nos hacen crecer para tratar de mejorar.

Los duelos en cada etapa de la vida constituyen una parte natural de este proceso, proporcionando oportunidades para el aprendizaje, la adaptación y el desarrollo personal. Al reconocer y aceptar el duelo como una parte integral del crecimiento, podemos manejar mejor los desafíos de cada etapa y emerger más fuertes y resilientes. Hasta la próxima y abracen a los que terminan en estos días su educación básica, media o superior, que están dejando una parte de su vida en alguna institución.
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