Alejandro Moreno

Desde su llegada al poder en 2018, Morena prometió una transformación radical en la forma en que el gobierno mexicano aborda los derechos sociales. Y cumplió: hoy millones de mexicanos no pueden ejercer sus derechos.

Uno de los pilares fundamentales de la campaña de Morena fue la garantía de acceso a servicios básicos como la salud y la educación. En un país donde la desigualdad y la pobreza son preocupaciones constantes, la promesa de atender estas necesidades urgentes resonó en un amplio espectro de la población. Sin embargo, la realidad ha demostrado que Morena no tiene idea de cómo hacerlo.

A pesar de las promesas de un sistema universal de salud, la gestión de la crisis sanitaria ha estado marcada por el desmantelamiento de instituciones como el Seguro Popular, despido de médicos y enfermeras, la falta de insumos, la saturación de hospitales y la ausencia de una campaña de vacunación efectiva, lo cual ha dejado a millones de mexicanos sin acceso a la atención que necesitan.

En lo que respecta a la educación, el gobierno de Morena ha promovido la idea de una educación gratuita y de calidad. Sin embargo, la pésima planeación de planes y programas, así como la falta de inversión en tecnología e infraestructura educativa han dejado en la palabrería esa promesa.

Si bien el gobierno ha implementado iniciativas como “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”, su impacto real en la reducción de la pobreza y la desigualdad es menor frente a la gran cantidad de recursos destinados.

La falta de cumplimiento de estas promesas no solo genera pobreza y sufrimiento, sino que también pone en evidencia la incapacidad del gobierno para enfrentar problemas complejos.

El legado de Morena en cuestiones de derechos sociales es desastroso. Las expectativas generadas han sido altas y la realidad muy decepcionante.

Es fundamental que la administración actual reconozca sus graves fallas y realice un esfuerzo genuino para cumplir sus promesas, priorizando el bienestar de la sociedad mexicana. La esperanza de transformación no debe convertirse en un mero eslogan; debe materializarse en acciones concretas que mejoren la vida de todas las personas en el país.

Sin un compromiso firme hacia la justicia social, las promesas se desvanecerán en el aire, dejando tras de sí solo un eco de lo que pudo haber sido.

*Presidente Nacional del PRI.