Sydne Mariel Mendoza Mera

Es común que las pandemias suelan ser fenómenos catalizadores de cambios sociales significativos, modificando nuestras prioridades y adaptándonos a nuevas realidades y dinámicas sociales; aunque quizá no nos detenemos a pensar en ello todos los días, lo cierto es que las pandemias son eventos recurrentes en la historia de la humanidad.
En este siglo XXI la pandemia por COVID-19 no solo cambió nuestra percepción de la salud pública y su relación con la justicia social, también promovió, como en otros tiempos, cambios acelerados en el ámbito económico, en la examinación de las prioridades de política pública, en el reconocimiento de la investigación científica como elemento innegable de bienestar social, la salud mental como necesidad primaria y la integración de la tecnología en nuestras actividades cotidianas.

En el ámbito laboral la percepción también cambió, desde la operación empresarial hasta la forma en que los trabajadores perciben su relación laboral, modificando las dinámicas del empleo y el auge de las plataformas digitales para promover nuevas políticas, interacciones y estructuras profesionales.

Previo al 2020, en México era poco común que las actividades laborales se realizaran desde un espacio distinto al del lugar de contratación, si bien la realidad actual marca que en nuestro país la modalidad de trabajo remoto también conocida como “home-office” ha disminuido con respecto al 2022, según estadísticas de INEGI en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2024. Es innegable que su flexibilidad ha permitido a muchos mejorar la gestión de su tiempo, reducir riesgos, gastos de transporte y aumentar su satisfacción laboral, no obstante, esta forma de trabajo continua presentando retos destacables como el acceso a tecnología e internet adecuados para las actividades laborales, la manera en la que se motiva a los equipos de trabajo a distancia, la vulnerabilidad de la información frente a ataques cibernéticos y la falta de interacción entre compañeros que en ocasiones produce aislamiento social, son algunos ejemplos que ponen de manifiesto la necesidad de mejoras en los instrumentos de regulación en las relaciones híbridas de trabajo, que a su vez ponen de manifiesto otras demandas laborales vinculadas a la tecnología y habilidades digitales que potencien la innovación y el talento en entornos remotos.

Otro de los elementos catalizadores del futuro laboral es la forma en que el trabajador percibe su actividad y desplaza poco a poco el salario como el único factor importante de retribución, incorporando dimensiones de salud físicas, emocionales y sociales que hoy cobran importancia para fortalecer el sentido de propósito y pertenencia organizacional.
El debate hoy en día es adaptar a las organizaciones a los cambios futuros con prontitud y considerar los modelos híbridos que garanticen bienestar en los trabajadores y la eficiencia operativa en las actividades laborales maximizando los beneficios mutuamente, manteniendo como constante la evolución de los entornos laborales al ritmo que marca la realidad actual.

¡Hasta pronto!