El pueblo de Dolores lleva este nombre en reconocimiento a la Virgen de los Dolores, cuya celebración es el día 15 de septiembre y fue en esa parroquia donde el cura de la misma, en la madrugada del mismo día, da el “Grito de Dolores”. Se reconoce por tradición, que fue el cura Miguel Hidalgo y Costilla, en compañía de los señores Ignacio Allende y Juan Aldama, quien hace el llamado a los feligreses de su parroquia para levantarse en armas contra la Nueva España.

Es la fiesta cívica más importante y distinguida de nuestro país. Ese grito, significó el inicio de una cruenta y feroz guerra, no menos honorable y digna, por alcanzar nuestra Independencia y libertad como personas y vida soberana como Nación.

La primera vez que se conmemoró el 16 de septiembre y se hizo la ceremonia de “El Grito de Independencia” fue en Huichapan Hidalgo, en un edificio conocido como “El Chapitel”, en el año 1812, por el General Ignacio López Rayón. Hubo una modesta celebración con música y participación del público. Estábamos en guerra por la Independencia.

A iniciativa del Sr. Cura José María Morelos y Pavón, en uno de los 23 puntos que contenía su documento “Los Sentimientos de la Nación”, propone que: “igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día de aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa libertad. Finalmente, en la Constitución de Apatzingán, se declara el 16 de septiembre como día de fiesta nacional, cuya medida fue ratificada por los congresos constituyentes de 1822 y 1824. Esta celebración tomó alcance nacional bajo la presidencia de Guadalupe Victoria en 1825.

La intervención estadounidense en México, en el año de 1847, hizo que, por única ocasión en nuestra historia, a partir de nuestra Guerra de Independencia, ondeara en el palacio nacional la bandera de los Estados Unidos, pero no fue así en muchos pueblos y comunidades que, conmemoraron dignamente nuestro Grito de Independencia.

En cambio, en la segunda intervención francesa con Maximiliano de Habsburgo, se oficializó la celebración y en 1864 se trasladó al pueblo de Dolores, donde dio el Grito desde la ventana de la casa de Hidalgo.

Al paso de 210 años, de esta gesta heroica, es necesario preguntarnos ¿Qué hemos hecho con nuestra Independencia y Libertad? y ¿Qué celebramos en verdad los mexicanos?

Actualmente en nuestro país alrededor de la mitad de su población vive en la pobreza.

En el mundo nos ubican como el país de las drogas y los grandes cárteles.

Somos una nación altamente corrupta y corruptora, pues como dicen los argentinos: para bailar tango, se necesitan dos.

Es cierto, a partir de 1810, iniciamos una larga guerra por independizarnos y ser libres. Así llegamos hasta 1910, y otra vez la guerra con la Revolución Social Mexicana. Sin embargo, ya en el siglo XX, con dos guerras mundiales, observamos como Alemania y Japón, se levantaron del polvo y son actualmente Naciones ejemplares.

La naturaleza ha sido generosa con nosotros. Somos envidia de muchos y admiración de no pocos, pues la pregunta es obligada: Con todo lo que tienen en México, ¿por qué estamos como estamos?

Desde mi perspectiva, el tema es que para lograr el país que queremos, debemos hacer la parte que nos toca, como desde el hogar dar valores y buen ejemplo a nuestros hijos y contribuir a que estén en sus estudios y no en la vagancia y la distracción, y en un descuido, metidos en el alcohol y las drogas; los maestros educando y trasmitiendo los conocimientos y el amor patrio, como valores de educación; los trabajadores hagamos bien nuestro trabajo tratando al que está frente a nosotros con respeto a sus necesidades, como a nosotros nos gusta que nos traten; el empresario con el apoyo y respaldo de los trabajadores para fomentar la producción, el comercio y el bienestar social al que los empleados aspiran para él y sus familias; nuestro gobierno respetando la ley y que los servidores públicos se conduzcan con probidad,  honradez y den buenos resultados en sus responsabilidades y dejen de ser los primeros señalados por el pueblo, ante la presencia de tanta delincuencia y muerte que día a día se presenta en nuestra nación; con nuestra participación fortalecemos nuestra toma de decisiones; que el mundo sepa que sí podemos y somos capaces de conducirnos con madurez y responsabilidad; que somos un pueblo que tiene suficiente ánimo y decoro de cumplir sus compromisos y que este panorama sea nuestro mejor impulso y ánimo para servir a México, porque México somos todos, no un solo hombre.

El éxito y la satisfacción ciudadana deberían ser nuestra celebración.

Así, en el próximo grito, podamos expresar, con toda pasión desde lo más profundo de nuestro ser y en especial desde nuestra conciencia: ¡VIVA MÉXICO!

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