Griselda Lira “La Tirana”

Estoy enojada contigo y quiero decirte que todo lo que te grité aquella tarde en el tinacal, fue verdad. Eres y serás un bastardo que tuvo la oportunidad de nacer hombre, solamente eso, pero te has deslumbrado como Narciso mirando al pulque que utilizas para embellecerte los pelos tiesos que ocultan tu infamia. Eres el Maléfico de Walt Disney, un pervertido de ficción que encarna la apariencia, el espectáculo y la melancolía.

¿Y qué haces con ello, violar, matar, ejercer un poder que no te corresponde o fornicar a tu misma especie? Dale. Dime Roberto, si la tóxica soy yo ¿qué quieres aquí?
Te puse un letrero bien grande frente a la puerta: “la casa tiene perro”. Un pitbull que me costó la quincena completa; y, aun así, no entiendes, aún así quieres volver, y siempre quieres más, eres un chacal.

Cerré la puerta y no volví atrás
cerré los ojos
negué mi carne
y mis heridas,
sanaron lentamente.
Eso digo yo,
pero vuelves otra vez
tratando a toda costa de pegarte
como una bolsa de plástico
navegando sobre el agua sucia que corre por la calle
durante la inundación.
Noviembre es un mes corto
y aquí en el monte llueve mucho,
leo a través del cristal
“tienda de abarrotes”
no sé si es la lluvia o es mi llanto
en esta soledad.
Se me acabó el jabón para lavar.
“Vete chacal perro infernal”,
y se fue,
pero dejó sus orines impregnados en mi ropa.
Poco a poco he comprendido que el chacal está buscando la oportunidad para entrar en mis sueños y devorar la armonía de mi ser. Le dejé el veneno en un platito lleno con leche junto al refrigerador, oigo sus pezuñas.

Al siguiente día entro a la cocina, el chacal está muerto a mis pies, mi pitbull lame mis manos y con ello, besa también mis cicatrices, a Max no le gusta la leche.