A los mexicanos nos encanta crear villanos. Lo hacemos – quizá de manera inconsciente – creyendo que una sola persona es culpable de todos nuestros males. En esta construcción señalamos con el dedo índice y hacemos juicios lapidarios contra todo lo que provenga de aquel macabro personaje. Pero hay algo que no alcanzamos a entender. Y es que muchos de nuestros villanos favoritos no actuaron solos. Sino que son la cabeza visible de toda una red de corrupción y complicidades.

Eso se ilustra en el caso de Javier Duarte. Donde, al parecer, ni las propias autoridades que lo acusan tienen las pruebas fehacientes de los comportamientos que se le imputan. A este villano de reciente creación (antes en el colectivo estaban Carlos Salinas y Elba Esther Gordillo en primer lugar) parece que se comprobará muy poco de todos los males que aquejan a las desvencijadas finanzas del estado de Veracruz.

Todo lo anterior, porque los criterios que se utilizan son mal encaminados. Es decir, se ve a la persona como única responsable y no se atiende a una larga lista de presuntos culpables que operaron a favor del ahora extraditado a México.

Bajo tal efecto, los antes citados Salinas y Gordillo fueron señalados por la opinión pública de los grandes males de México. Al primero le imputamos la crisis económica de 1994, el asesinato de Colosio, la guerrilla zapatista, el asesinato de su cuñado José Francisco Ruiz Massieu, entre otros. Y efectivamente su nivel de responsabilidad fue alto. Pero eso no significa que fraguó aquellas acciones en la soledad de su escritorio de los pinos. Incluso, algunas voces han expresado que dentro de se rompieron los acuerdos de alto nivel entre el mismo Salinas y su sucesor Ernesto Zedillo, cuando el último persiguió y encarceló al hermano del segundo, Raúl Salinas. Pensando en que dentro del círculo de esa familia estaban los culpables de todo lo que aquejó al sexenio de 1988 a 1994.

Por su parte, a Gordillo le cargamos el “San Benito” de la mala calidad educativa en el país. Y en cierto nivel tiene responsabilidad. Pero los problemas en aquel sector son más grandes, complejos y elaborados que una lideresa sindical que se encuentra en la cárcel desde hace años sin que el nivel educativo del país haya mejorado significativamente.

En suma, hay responsables y culpables de todos los males que nos han afectado en los últimos años. Los culpables tienen que estar en la cárcel (Duarte, Gordillo duermen ahí) pero los responsables andan todavía en la calle.

Nos gusta ponerle un solo rostro a todo lo malo. Eso es más fácil. Que una persona sea satanizada. Pero hay que pensar que esos villanos se crearon en un sistema político que les permitió evadir la ley durante algún tiempo. Incluso diría que el mismo sistema les brinda la oportunidad de eludir y, en casos, disminuir sus niveles de responsabilidad.

No construyamos culpables únicos. Ya es hora de pensar en procesos que permiten la creación de muchos Duartes, Gordillos y Salinas.

 

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