Llegó el momento en que el presidente de México, Enrique Peña Nieto se decidió por impulsar la postulación de José Antonio Meade para sucederlo al frente de la presidencia de la República.
Es una apuesta técnica, basada en los análisis FODA de las innumerables encuestas y grupos focales realizados por los asesores del presidente, que le llevó a pensar que el secretario transexenal puede ganar más adeptos switcher que nadie más, que incluso Miguel Ángel Osorio Chong, quien encabeza las preferencias electorales.
Sólo el resultado electoral dirá si ésta fue una buena decisión del presidente, y determinará qué tanto podrá influir en el ánimo de los votantes volátiles.
Sin duda alguna el perfil de José Antonio Meade favorece competitivad al PRI frente a un discurso de contraste de Andrés Manuel López Obrador basado en la denuncia de la corrupción generada por el PRI.
La principal hazaña de Meade es su alejamiento de las filas del PRI, que para estas alturas es una virtud. El electorado no es tonto y sabe identificar perfectamente el origen pero sin duda encabezará una propuesta más fresca y técnica.
Aún así, en agosto pasado, al quitar los candados de la militancia priista para ser postulado, el presidente abrió sus cartas.
Visto así, si imaginamos que compitan Amlo, José Antonio Meade y Ricardo Anaya –dudo que algún independiente logre recabar las firmas necesarias-, consideraríamos que el exsecretario de Hacienda tiene mucha más experiencia que los otros dos.
Ya se verá el 1 de julio del próximo año.
Sin embargo, aún quedan muchas cosas por pasar, pero la cargada comenzó. El partidazo movió a todas sus fuerzas vivas y llevó a cabo la ceremonia tradicional en las filas tricolor para convencer primero a sus correligionarios.
Gracias y nos leemos el miércoles, pero antes en redes sociales como @erickbecerra1